Covarrubias Villa, Cruz Navarro & Chacón Ángel
Para Aristóteles, el universo está constituido por dos regiones: la región sublunar y la supralunar. El primero contiene el mundo de lo material y sensible constituido por una pluralidad de seres o sustancias. La naturaleza es móvil y cambiante, y los objetos no corresponden con los esquemas geométricos ni con la exactitud de la matemática; por ello es que éstas no son útiles para conocer lo terrenal y sí lo son para comprender lo celeste que es incorruptible, ordenado y regular. En el mundo supralunar se encuentra una sustancia simple e inmóvil, inmutable e incorruptible, a la que llamó Theós. Esta región empieza en la órbita de la Luna y termina en la esfera de las estrellas, después de la cual no existe nada; los objetos son incorruptibles, están hechos de éter y giran en círculos perfectos; el espacio es un continuum. En el pensamiento aristotélico la matemática y la geometría no tienen cabida en el campo de la física pero sí en el de la astronomía.
Asimismo, para Aristóteles, el movimiento es una cualidad de la sustancia que adopta diversos estados: potencia y acto, por tanto, el movimiento consiste en el paso de la potencia al acto, es decir, un cambio de cualidad o cambio de estado y no una de sus formas, es decir, un estado o cambio de posición como en la mecánica de Galileo y de Newton( Kuhn, 1989, pp. 64, 67). El estado natural de los objetos es el reposo que se altera por un movimiento violento que arranca al objeto de su lugar natural. El « lugar » en Aristóteles es el recipiente inmóvil, en tanto que el recipiente es un lugar móvil( Reale, 2007, p. 74). El tiempo es eterno y una determinación del movimiento pues no hay tiempo sin movimiento( Reale, 2007, p. 61). Como el espacio es el lugar que un cuerpo ocupa y como todos los cuerpos son finitos, el infinito no existe en acto sólo en potencia como el número, el éter y el tiempo. En cuanto al mundo supralunar, Aristóteles consideraba que « los astros giraban alrededor de la Tierra en órbitas perfectamente circulares sin impulso exterior y en un movimiento perpetuo …» y que estaban constituidos de un elemento que no existía en la Tierra: el « éter »( Herbig, 1991, p. 24).
La física sublunar y la astronomía aristotélicas se convirtieron en la concepción predominante en la Europa medieval.
En la Europa medieval se aceptaba por lo general que la tierra se encontraba en el centro de un universo finito y que el sol, los planetas y las estrellas giraban alrededor de ella. La física y la cosmología que proporcionaban el marco conceptual en el que se asentaba la astronomía eran básicamente las
24 | Paradigmas, ene.-jun., 2011, Vol. 3, No. 1, 9-29