Covarrubias Villa, Cruz Navarro & Chacón Ángel
son útiles tanto para conocer los objetos celestes como los terrenales, tan separados por Aristóteles. Aristóteles propone conocer a los objetos reales por lo que son, por sus cualidades; Galileo por lo que no son, es decir, su cuantificación; y la cuántica, por lo que pueden ser.
Si bien en la naturaleza no existe ningún objeto cuyos contornos sean totalmente rectos, tampoco existe ninguno cuyos contornos delineen una curva perfecta, con excepción del cosmos que es sensorialmente evidente y da cuenta del carácter curvo de la bóveda celeste y de sus límites espaciales. La idea de la curvatura es reforzada por la evidencia del movimiento circular de los astros en torno a la Tierra, de ahí que se considere por tanto tiempo, que toda línea aparentemente recta continuada acaba regresando al punto de partida. Sin embargo, la recta es pensable del mismo modo que lo son el círculo, el triángulo, el rectángulo y cualesquiera otras figuras geométricas cerradas o abiertas que no pueden ser trazadas como son pensadas. Pensar la curva es pensar en un espacio contenido en el interior del círculo, una vez que la línea se encuentra con su punto de partida; pensar la curva es, en última instancia, trazar los límites del universo pensándolo dotado de una forma curva. Pensar la recta es pensar en la ausencia de espacio contenido; es pensar al espacio como infinitud e idear al universo sin límites, sin forma y vacío.
Platón consideraba que el conocimiento de los objetos como idea( no como objetos sensibles), está contenido en el alma y en lenguaje matemático, por tanto, ahí reside la verdad, lo imperecedero y lo inmutable. Esta escritura del alma es leída con la razón y, dado que la matemática no es más que el discurso de la razón, la razón es matemática. Galileo usa la matemática de la razón para construir el conocimiento de los objetos y fenómenos reales, contraviniendo la epistemología de Aristóteles que considera que la razón puede apropiarse cognoscitivamente de los objetos haciendo uso de los sentidos.
La ruptura metodológica de la ciencia galileana se sustenta en la consideración platónica sobre cómo los sentidos pertenecen al sujeto y que, lo percibido por medio de ellos, puede ser tan diverso como diverso sea el número de sujetos percibientes. Desde niños a todos se nos enseña que tal es el color verde. Si se les pregunta a tres individuos qué color es el de un objeto determinado de color verde, los tres responderán « verde », independientemente del color que realmente estén viendo, porque, vean el color que vean, aprendieron que ese es el verde, sin que exista manera alguna de establecer qué color es el que realmente están viendo. Lo
16 | Paradigmas, ene.-jun., 2011, Vol. 3, No. 1, 9-29