Covarrubias Villa, Cruz Navarro & Chacón Ángel
El alma y los sentidos
En Pitágoras los números son el ser mismo en todas sus categorías; el elemento material y formal, las causas y los principios que se encuentran en todos los seres de la naturaleza a los cuales son existencialmente anteriores. Los números son trascendentes e inmanentes, es decir, son cosas porque las cosas son números, de ahí que estudiar los números es estudiar las cosas y que las cosas han de ser estudiadas como números. Como plantea Brun:
El número pitagórico, puesto que es, sobre todo, una figura, posee una individualidad, incluso una personalidad, que expresa las relaciones de la parte y del Todo en el interior de una armonía. Así, el principio primero es el Uno, que encierra en sí todos los números y se eleva por encima de todos los contrarios, es el número de los números.( 2002, p. 32).
Esta manera de concebir los números fue asumida por Platón. En él la matemática es el modo de ser y entender del alma; en ella radica el más alto valor cognitivo alcanzable. Por eso, Larroyo( 1976) afirma que « las nociones matemáticas no son adquiridas: nacen con el hombre o, por lo menos, están virtualmente innatas, es decir, sólo se desarrollan más tarde, bien que de la propia razón y por virtud de ésta en su desarrollo »( p. 194). El cálculo proviene de la matemática desarrollada por Pitágoras y recuperada por Platón y de la geometría formulada por Euclides. Si la escritura del alma es matemática, la lógica matemática es ontología pues el ser es en el alma, es decir, en la razón, dado que la racionalidad matemática es el ontos de las figuras de pensamiento. Conocer la matemática es conocer la realidad en tanto que ésta es lo matemáticamente pensado, por lo que conocer la matemática es conocer el alma( la razón) y conocer el alma es conocerse a sí mismo.
Las figuras geométricas ideales no tienen medida porque son una línea infinita y son unidimensionales. El círculo, el triángulo o el rectángulo pensados son, cada uno, expresión universal y abstracta de una figura libre de medida y de dimensión. Ninguna figura geométrica puede ser trazada realmente tal como aparece en la conciencia, dado que automáticamente adquiere medida y tridimensionalidad. En el interior de la figura geométrica no hay nada, es un vacío y el movimiento no tiene ni tiempo ni velocidad, pues se trata del punto desplazado. La figura geométrica pensada es ejemplar y la medida de la verdad de las figuras
12 | Paradigmas, ene.-jun., 2011, Vol. 3, No. 1, 9-29