David Acosta
que ambas han estado en el núcleo de la vida humana desde que el hombre es hombre; que ninguna de las dos puede dar cuenta de toda la experiencia humana( y, por lo tanto, ambas son necesarias)( cf. McNiff, 1998, p. 15) y pasar así a buscar terrenos comunes de trabajo, tratando de lograr nuevas formas de entendimiento.
Douglas nos proporciona una de las claves para lograrlo:“ La praxis de la investigación dentro del contexto académico es genérica a todas las disciplinas y, por lo tanto, reconocible como un lenguaje a través de diferentes disciplinas, si bien las metodologías específicas inevitablemente variarán en relación con las preguntas planteadas”( Douglas, Scopa, & Gray, 2000). Así, la investigación estético-artística no necesita desviarse del camino de la investigación, sino realizar un proceso de aclaración, sin que esto signifique abandonar los límites de la investigación. Por lo tanto, no se trata de reinventar la investigación y su naturaleza intrínseca, sino, más bien, replantear qué significan y cómo se manejan y articulan dichos elementos dentro del reino de las artes, y determinar qué métodos y herramientas se deben emplear.
Entonces, ¿ cuáles son tales elementos que se han de cumplir para respetar a la naturaleza de la investigación? En general, se habla de la sistematicidad, la objetividad, el rigor, la validación y la generalización de sus resultados; pero más puntualmente habría que tenerse en cuenta las características mínimas de la investigación científica:
a) La investigación – en sentido estricto – sigue una metodología específica y sistemática. Tiene un objetivo claro y un desarrollo crítico, riguroso y exhaustivo.
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Paradigmas, [ número especial ], 48-72( 2009)