Gómez García, P. (2000). Globalización cultural, identidad y sentido de la vida. Gazeta de Antropología.
Sociedad global!
Teniendo en cuenta su posible repercusión sobre los individuos, necesitamos politizar la globalización –en otras palabras, si queremos mitigar el impacto de la globalización, debemos complementar la lógica de la eficiencia del capitalismo de mercado de la OMC con una atención renovada a las condiciones en que esa lógica podría favorecer el desarrollo. Para ello, debemos recordar que el comercio no es más que un instrumento para mejorar la condición humana; los efectos que en último término tienen nuestras normas en los seres humanos deben estar en el centro de nuestras preocupaciones. Debemos trabajar en primer lugar para los seres humanos y para el bienestar de nuestra humanidad. (Lamy, 2006)
Es importante resaltar que la globalización es un todo en la sociedad, esta tendencia abarca los temas societarios relevantes que tienen que ver con la política, la economía, la cultura, etc. Por este hecho, lo importante de conocer este proceso globalizador es que se debe dejar de individualizar la cultura, se debe generar esta misma en un contexto más colectivista, en un contexto más de personas como sociedad y no de personas como individuo, para que así, se puedan generar conexiones mundiales con mejor eficacia, es decir, que se debe privilegiar la globalización, no en un sentido negativo, sino por el contrario, en un sentido
Lamy, P. (30 de Enero de 2006). OMC: News. Obtenido de http://www.wto.org/spanish/news_s/sppl_s/sppl16_s.htm
negativo, sino por el contrario, en un sentido positivo que lleve a las personas a ser colectivos para la consecución de mejores resultados productivos, que se vuelvan uniformes ciertas tendencias diferenciadoras en el mundo y así, el mundo funcione cómo una empresa estandarizadora de procesos, donde las personas, no importa su procedencia, actúen de forma igualitaria, no en el sentido de pensamiento ni de personalidad, sino en la manera cómo llevar a cabo la cultura, es decir, no ser idénticos en todos los aspectos, sino aceptar las otras culturas entendiéndolas y comprendiéndolas para tener mejores resultados en el ámbito mundial comercial y político.
Si la cultura es lo que posibilita y configura el sentido humano de la vida humana, el problema del sentido se traslada a la problemática inherente a la evolución cultural, en cuyo curso no ha cesado de producirse una gran diversidad de formas y sistemas. Nos sentimos perplejos ante fabulosos progresos y espantosas regresiones, no raramente atribuibles a las mismas causas, y se nos plantea más acuciante que nunca la pregunta por el absurdo o el sentido de todo esto. (Gómez García, 2000).