que las señales indican a lo que significan, a las cosas en sí mismas.
Encontramos que en la Biblia las señales que Dios le dio primero a Israel
todas señalaban a algo más grande
que vendría, a menudo al carácter invisible de Dios o a sus acciones futuras. La palabra del Señor viene a Israel: “Yo seré tu Dios y tú serás mi
pueblo” (Levítico 26:12). “Yo soy el
Señor tu Dios que te sacó de la tierra
de Egipto” (Éxodo 20:2).
Muchos teólogos a lo largo de los siglos han reconocido un patrón. Las
señales que Dios son a menudo promesas. Y es indicado lo que es prometido. A Israel se le dio la promesa
de una tierra. La promesa no era la
tierra, pero señalaba hacia ella y anticipaba su cumplimiento, cuando Israel entraría en la Tierra Prometida.
La señal fue la promesa; entrar en la
Tierra Prometida fue el cumplimiento. Más aún, muchos maestros
cristianos han reconocido una y otra
vez que las señales dadas en el Antiguo Testamento, o bajo el antiguo
pacto, se cumplieron en Jesucristo.
De hecho, el mismo Jesús fue el cumplimiento de la señal del Mesías prometido, el cumplimiento de la promesa de Dios de liberación, de salvación.
¿Cómo se aplica esto a la señal eternal del sábado? Jesús mismo nos
ayudó a contestar. Algunos de los
maestros del judaísmo de su tiempo
acusaron a Jesús de violar el sábado.
¿Cómo les contestó él? Les dijo:
“Bueno, ustedes tienen su interpretación de esta señal, y yo tengo la
mía. Las personas tendrán que elegir
entre ambas según lo consideren correcto”. No, eso no es lo que les dijo.
Odisea Cristiana | Noviembre 2016
Algunos han pensado que
particularmente la señal
del descanso del sábado,
dado a Israel, era tan
importante que nosotros
estamos hoy bajo la misma
obligación.
Al contrario, señaló que él era el Señor del sábado (Marcos 2:28; Mateo
12:8; Lucas 6:5). Él creó el sábado. Él
estaba allí para mostrarles de que
trataba el sábado verdaderamente.
Él es la fuente de nuestro descanso
sabático. De hecho, se muestra que
Jesús mismo cumple la promesa del
descanso sabático (Hebreos 4:1-11).
Él es nuestro descanso sabático ya
que estamos unidos a nuestro Gran y
Eterno Sumo Sacerdote. La señal del
sábado señalaba a su cumplimiento
en Jesús. Él es “lo” que significaba.
Todo el Evangelio de Juan está dedicado a ayudarnos a ver la diferencia
radical entre las señales que Dios dio,
y la realidad a la que señalaban: Jesús
mismo. Juan el Bautista es la señal,
no el prometido mismo. Así que él
debe “decrecer” y Jesús debe “crecer” en importancia. Jesús no solo
nos dice la verdad, nos muestra el camino o nos da vida. Si no que él es el
Camino, la Verdad y la Vida. Él es la
luz del mundo, es el pan de vida, es
el agua de vida, es la resurrección. Él
es “Yo Soy”. Todas las señales dadas
por Dios tenían el propósito de llevarnos al Hijo de Dios encarnado. Él
es, en su propia persona, el cumplimiento de las promesas de Dios. Jesús es al mismo tiempo el Dador y el
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