E
l enemigo número uno de la
formación cristiana de hoy es
el agotamiento. Estamos viviendo por encima de nuestras
posibilidades, tanto financiera
como físicamente. Como resultado de ello, una de las principales actividades de la vida humana
está siendo desatendida: el
sueño.
Según numerosos estudios, la
persona promedio necesita aproximadamente ocho horas de
sueño con el fin de mantener la
salud. Fuimos creados para pasar
una gran parte de nuestra existencia esencialmente no haciendo nada. El fallar en vivir así
resulta en hacer daños a la salud
física, pérdida de energía, y la disminución de la productividad.
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De hecho, nuestra privación del
sueño a menudo perjudica a
otros. Más personas mueren cada
año por conductores somnolientos que por conductores ebrios.
En un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Mental
en el que se permitió a los participantes “dormir todo lo que fuera
posible” cada noche, en el promedio de personas, durmieron
8.5 horas. Los que participaron en
el estudio dijeron que se sentían
más felices, menos cansados, más
creativos, enérgicos y productivos. Dios nos diseñó para ser buenos administradores de nuestra
vida – cuerpo, mente y alma.
Hay que empezar con el cuidado
de nuestro cuerpo, que al parecer
requiere siete a ocho horas de
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