Odisea Cristiana Noviembre 2016 | Page 21

nuestro “yo pecador” Fuimos todos con Él al abismo de la tumba y con Él fuimos resucitados a la vida de una nueva humanidad. El apóstol continúa: “Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos resucitados como él. Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado. Pues, cuando morimos con Cristo, fuimos liberados del poder del pecado; y dado que morimos con Cristo, sabemos que también viviremos con él. Estamos seguros de eso, porque Cristo fue levantado de los muertos y nunca más volverá a morir. La muerte ya no tiene ningún poder sobre él. Cuando él murió, murió una sola vez, a fin de quebrar el poder del pecado; pero ahora que él vive, vive para la gloria de Dios. Así también ustedes deberían considerarse muertos al poder del pecado y vivos para Dios por medio de Cristo Jesús” (Romanos 6:511). Entonces; ¿Quién murió en el calvario? La humanidad pecadora y muerta ya espiritualmente. En ese madero quedó la maldición que trajo el pecado. “Y al hombre le dijo: «Dado que hiciste caso a tu esposa y comiste del fruto del árbol del que te ordené que no comieras, la tierra es maldita por tu culpa. Toda tu vida lucharás para poder vivir de ella”. (Génesis 3:17) Y en la resurrección de Jesús, la huma nidad emerge viva, santa y sin mancha. Cristo merece toda la gloria por ese gesto de amor divino. Por Él tenemos una nueva familia, un Padre amoroso como ninguno y la seguridad de que nuestra vida será para siempre en eterna comunión. Gozamos y gozaremos en plenitud la relación pericorética de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así que vivamos como corresponde a un Hijo Amado de Dios, cumpliendo el Gran Mandamiento y llevando a cabo la Gran Comisión. El bautismo representa nuestra crucifixión, sepultura y resurrección en Cristo. Muertos al pecado ya no tenemos nada con Él; ahora en Cristo vivimos una nueva vida. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. (Lucas 10:27) Reflexionemos acerca de esta nueva etapa de nuestra vida y el valor de su gracia. La gracia de Dios ha sido derramada sobre toda la humanidad. Así que, si este conocimiento ha afectado su vida, ¿cuál será su respuesta? “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos»”. (Mateo 28:19-20). † La muerte, sepultura y resurrección de Cristo significa nuestra propia vida. Odisea Cristiana | Noviembre 2016 21