Odisea Cristiana Noviembre 2016 | Page 15

REFLEXIONES TRINITARIAS Por Rubén Ramírez Monteclaro “Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme” Otra perspectiva C uando Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) decidió encarnar en el hombre Jesús, sólo estaba continuando con su plan iniciado en un momento de la eternidad, cuando la creación que conocemos aún no existía. El primer indicio de nuestra creación la encontramos en: “Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él”. (Efesios 1:4) NVI. Podemos decir que este fue nuestro primer nacimiento como Hijos de Dios. Posteriormente hizo que Adán naciera como ser humano. Su cuerpo fue constituido con los mismos elementos de la tierra y de todo el universo, tal como lo captan nuestros ojos, sin olvidar que Adán también tenía alma y espíritu. De tal manera que a éste lo considero nuestro segundo nacimiento, cuando abrimos nuestros ojos a este mundo físico. Esta parte de la creación era necesaria para forjar en nosotros nuestra voluntad y dominio propio, cualidades otorgadas a la humanidad por nuestro Padre para que, a partir de su amor, pudiéramos amar como Él ama. Este aspecto de: “pudiéramos amar Odisea Cristiana | Noviembre 2016 como Él ama”, es quizá uno de los más importantes en el desarrollo de nuestra relación con Papá; porque Él quiere que lo amemos, vayamos a Él, creamos en Jesús por voluntad propia, respondiendo a su llamado, el cual tiene una recompensa cósmica: “Pues nadie puede venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final”. (Juan 6:44) NTV Desde Adán hasta nuestros días, al ser humano le cuesta decidir responder al llamado de nuestro Padre; Adán decidió rechazar la bendición de ser uno con su creador por la eternidad, trayendo como consecuencia una vida de muerte y de oscuridad, lejos de la luz verdadera, que es Dios. Una vida de cardos y espinas, de enfermedades, de esfuerzos infructuosos, de odios, de rencores, de maldad… Durante la última semana de vida de Jesús, Dios nos enseña una gran lección; la culminación de la vida humana de Jesús es un resumen de nuestra propia vida; veamos por qué. Desde su nacimiento, la vida de Jesús fue una vida extraordinaria: 1. Vino al mundo en la inmundicia de un establo, prefigurando la inmundicia de la humanidad que 15