por Alfredo Grande
(APe).- Una de las dife-
rencias, a mi criterio, entre
izquierdas y derechas, es
que las izquierdas desar-
man lo abstracto para en-
contrar las materialidades
que son su fundante, mien-
tras que las derechas dilu-
yen las materialidades en
abstracciones que las encu-
bren. Para muestra basta un
botón, si el botón es un ana-
lizador. Hay notas sobre el
cambio climático. Es una
abstracción, porque el cam-
bio climático es consecuen-
cia, no causa. La materiali-
dad del cambio climático es
efecto de la necesidad de
sobre-productividad del sis-
tema capitalista, que maxi-
miza su insaciable sed de
lucro, a través de la deno-
minada obsolescencia pro-
gramada. El consumismo, o
híper consumo, logra que
en forma simultánea se con-
suman mercancías caras,
inútiles, incluso tóxicas, y
que las necesidades básicas
continúen insatisfechas.
Ahora mal: decir nece-
sidades básicas insatisfe-
chas, o peor aún, su sigla
NBI, deviene abstracto por-
que queda encubierto que
son las consecuencias de
E stadística
políticas públicas de exter-
minio. De la misma forma,
cierta oposición sostiene un
antimacrismo abstracto, co-
locando en una persona la
causa de todos los males.
Encubriendo todos los ma-
les que fueron la causa de
que una persona disponga
de la «licencia para
gobersinar». Licencia que
vence el 10 de diciembre,
aunque hasta los organis-
mos internacionales saben
que está vencida, y sigue
manejando sin registro.
La ventaja política de las
derechas en plantear toda
discusión en abstracto, es
que no se puede demostrar
su verdad. Apenas necesita
ser verosímil. En su máximo
nivel de abstracción, habla
de «socialismo real». Mien-
tras sigue mencionando a
un «capitalismo abstracto»,
ya que el capitalismo real ha
fracasado en todo el mun-
do, y muy especialmente el
llamado desarrollado.
A menos que el triunfo
sean las diversas formas de
organizar y anunciar las
muertes.
serás
Lamentablemente, y lo
digo con conocimiento de
causa, es cuando esa capa-
cidad de abstracción se apo-
dera de las izquierdas. Por
ejemplo: se deplora la po-
breza. Se ayuda, y muchas
veces con valentía e infinito
esfuerzo, a los pobres. Pero
vale señalar que «pobre» es
una abstracción. Pero tan
perfecta que esa abstrac-
ción queda materializada.
No hay pobres. Lo que hay
son personas empobreci-
das. O sea: desangradas,
estafadas, evisceradas,
desangeladas. Y hace déca-
das.
El espanto actual no es
por la «cosa» (el hambre»)
sino por su exagerada am-
plificación. Mientras el ham-
bre podía barrerse debajo
de las alfombras de los res-
taurant, al modo del
chiquilín de Bachín, la voz
del movimiento de los chi-
cos del pueblo, que aullaba
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que el hambre es un crimen,
era oída pero no escucha-
da. Es lo que las derechas
hacen con la contundente
materialidad: no la niega, la
deplora, la lamenta, se ras-
ga las vestiduras (de traba-
jo, no las de gala) pero tra-
baja con prisa y sin pausa
para diluir todos los proble-
mas de la realidad, en abs-
tracciones existenciales. In-
cluso hablan de la «natura-
leza humana», cuando esa
«naturaleza natural» ha sido
subvertida por una «natura-
leza cultural represora».
Que las derechas toman
como la única naturaleza
posible.
Ganadores y P erdedo-
res. El ganador se queda
con todo, como canta ABBA.
Los derechos humanos han
devenido la mayor abstrac-
ción en la historia de la hu-
manidad, quizá con la úni-
ca excepción de las religio-
nes sacerdotales. En abs -