de el aire para no exponer-
se durante el aterrizaje»,
recodó un investigador de
aquella causa que tramitó
en el juzgado de Garantías
a cargo del doctor César
Melazo. Ese proceso logró
demostrar la complicidad
policial que protegía el ac-
cionar de los narcos, en vir-
tud de lo cual se detuvo a
varios efectivos de San Mi-
guel del Monte, entre ellos
el comisario Luis Warinet y
su jefe de calle Jorge
Viciconti, luego beneficia-
dos por la Cámara que dis-
puso su excarcelación a pe-
sar de las contundentes
pruebas en su contra. Hoy
uno de ellos goza de su for-
tuna y el otro continúa ejer-
ciendo funciones policiales
en otro distrito.
«En Monte hay falopa
por todos lados y la policía
protege el negocio narco
porque le redunda en im-
portantes beneficios econó-
micos», sostiene a #Puente
Aereo un comerciante de la
zona que se cansó de de-
nunciar la corrupción de los
uniformados bonaerenses.
«Este es un pueblo chico y
nos conocemos todos, hay
un oficial que aparece men-
cionado en la causa de los
pibes que es el que nos cor-
taba boleto a todos los co-
merciantes», agrega el
hombre que pide no ser
identificado por temor a las
represalias. El agente aludi-
do es el teniendo Héctor
«Pipi» Angel, quien fue de-
tenido luego de que su
nombre fuera vinculado con
el cuádruple homicidio.
«El Pipi pasaba todos los
miércoles a cobrar la coima
que nos pedía para dejar-
nos laburar sin hacernos
quilombo», relata otro co-
merciante que tiene un lo-
cal en la zona de la costa-
nera. Como otros muchos
policías denunciados por
corrupción, Angel no tiene
manera de acreditar cómo
sostiene el nivel de vida que
ostenta con el magro sala-
rio policial. Hasta hace poco
era muy frecuente verlo pa-
sear en su vehículo impor-
tado y muy costoso por las
calles del pueblo.
El relato de varios testi-
gos ubican a este oficial en
proximidades de una finca
adonde supuestamente los
chicos que venían circulan-
do en el Fiat 147 vieron algo
que no tenían que ver. «Po-
cos minutos después de la
medianoche del domingo,
los pibes venían circulando
en inmediaciones de las ca-
lles Chubut y Magallanes
(aproximadamente a 200
metros de la laguna) y allí
pudieron observar cómo un
grupo de personas descar-
gaba drogas en la casa de
un oficial de policía, a quien
todos conocemos porque
tiene una plantación de
marihuana en su propio te-
rreno», detalla un testigo
con identidad reservada
ante la justicia.
Según el testimonio,
coincidente con otro apor-
tado al expediente, eso ha-
bría desencadenado la per-
secución del vehículo don-
de venían los cinco jóvenes,
los disparos y el posterior
impacto con el camión es-
tacionado sobre la avenida.
«Los polis pensaron que los
pibes los habían grabado
con un celular y por eso sur-
gió la orden de perseguir-
los y borrarlos del mapa
para evitar que los delaten»,
confió la fuente.
El encubrimiento
La primera reacción de
los policías fue ocultar la
masacre que habían perpe-
trado bajo la figura del «ac-
cidente», para lo cual se
valieron de la complicidad
de varios actores intervi-
nientes en la macabra tra-
ma de encubrimiento. Mien-
tras algunos oficiales que
participaron de la persecu-
ción buscaban los casquillos
de las quince balas dispa-
radas por los dos móviles
policiales intervinientes,
otros intentaban acallar a
los testigos presenciales del
hecho. «(El subcomisario
Imagen de seguridad en
la que se constata la
persecución policial
contra los cuatro
jóvenes, difundida por
el trabajador estatal de
ATE, Alexis Rodríguez
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