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Por Mariano Vàzquez (Canal Abierto) (@marianovazkez) Entre 1990 y 2002, Ecuador sus- cribió 28 Tratados Bilaterales de Inver- sión (TBI). Estos convenios leoninos fueron concebidos en plena noche neoliberal para beneficiar a em- presas transnacionales y perjudi- car los intereses populares. La cla- ve: que cualquier litigio entre un Esta- do y una compañía extranjera se ter- minara dirimiendo en la arena inter- nacional y no ante la justicia local. El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI), una institución del Banco Mundial con sede en Washington muy activa en la defensa de los capitales multinacionales, fue el escenario del escarnio para los débiles gobiernos del tercer mundo. Los «acuerdos» del estilo TBI siempre persiguieron maniatar el rol de contralor esta- tal violentando las leyes naciona- les y las propias constituciones. El 7 de septiembre de 2018, la Corte Internacional de Justicia de La Haya falló a favor de Chevron y declaró a Ecuador «como respon- sable de haber violado el TBI» y no brindar a la petrolera «un trato justo y equitativo». Durante su presidencia, y cinco años antes del fallo, Rafael Correa, La mano sucia de Chevron En 1993 las comunidades indígenas demandaron a la compañía petrolera por da- ños ambientales en su terri- torio. Todas las instancias ju- diciales ecuatorianas falla- ron a favor de los poblado- res pero la transnacional se amparó en los Tratados Bila- terales de Inversión firmados en tiempos neoliberales y obtuvo sentencia favorable en La Haya. acusó al gigante petrolero de haber derramado «18.000 millones de litros de agua con petróleo», y en una reco- rrida por las zonas infectadas sostuvo que «se han identificado más de 1.000 piscinas contaminantes en la Amazonía ecuatoriana. Lo que cau- 26 só Chevron en nuestra selva es 85 veces peor que lo que hizo la British Petroleum, en el Golfo de México (2010), y 18 veces más gra- ve que el derrame de Exxon Valdez en Alaska (1989)». El 6 de mayo 2013, Correa firmó el Decreto Ejecutivo 1506 que esta- bleció la Comisión para la Auditoría Integral Ciudadana de los Tratados de Protección Recíproca de Inversiones y del Sistema de Arbitraje Internacional en Materia de Inversiones (CAITISA). Cuatro años después, esta entidad emitía un informe completo. Uno de sus conclusiones fue la siguiente: «El caso más grave es Chevron. La ex compañía Texaco, adquirida por Chevron, procedió con irresponsa- bilidad e irrespeto, con tecnologías anticuadas, provocando derrames de más de 26,000 barriles de cru- do hacia importantes ríos : Aguarico, Quijos y Shiripuno, y a nu- merosos esteros, también vertióì 18,000 galones de agua de formación, más tóxica que el mismo crudo, pro- vocando todo ello la muerte de peces, ganado y animales salvajes. Texaco abrió 916 piscinas, cuyas filtraciones han causado la toxicidad de tierras y la contaminación del agua y del aire.