Movimiento Pedagógico N°55 | Page 39

humano puede sufrir es carecer de todo tipo de ideales, no aspirar a nada. 16. La capacidad de religación. La inteligencia espiritual es la raíz de la vida espiritual, pero la espiritualidad no es la religiosidad. La vida espiritual es búsqueda, anhelo de sentido, camino hacia lo desconocido, autotrascendencia. La religiosidad expresa capacidad de religarse, de vincularse a un ser que reconoce distinto a sí y con el que establece alguna forma de comunicación. La espiritualidad no exige, necesariamente, la religación con un ser superior, pero tampoco la excluye. 17. La ironía y el humor. El humor facilita las relaciones interpersonales y hace agradable la vida en común. El humor no se opone a la seriedad. Es, más bien, su condición de posibilidad. La ironía es una forma de humor. Sócrates la practicó vivamente durante toda su vida. Su célebre ―Sólo sé que no sé nada‖ es una frase preñada de ironía. Para cultivar la inteligencia espiritual, el profesor Torralba nos propone la práctica asidua de la soledad, el gusto por el silencio, la contemplación, el ejercicio de filosofar, gozar de lo espiritual en el arte, practicar el diálogo socrático, el ejercicio físico y el dulce no hacer nada, la experiencia de la fragilidad, el deleite musical, la práctica de la meditación y el ejercicio de la solidaridad. Con la inteligencia espiritual, a juicio del autor, se obtienen múltiples beneficios: creatividad, profundidad en la mirada, consciencia crítica y autocrítica, calidad de las relaciones, autodeterminación, sentido de los límites, conocimiento de las posibilidades, transparencia y receptividad, equilibrio interior, asumir la vida como proyecto, capacidad de sacrificio, y vivencia plena del ahora. Ahora bien, así como es posible cultivar la inteligencia espiritual, también se puede atrofiar mediante el sectarismo, el fanatismo, el gregarismo, la banalidad, el consumismo, el vacío existencial, el aburrimiento, el autoengaño, el gusto por lo vulgar , el narcisismo, la parálisis vital. En definitiva, el autor nos propone que debemos educarnos y desarrollar nuestra inteligencia espiritual para ser más libres, para conocernos mejor, para identificar, explorar y elegir