Movimiento Pedagógico N°55 | Page 38

preguntas últimas o cuestiones fundamentales de la existencia. 3. La capacidad de distanciamiento de la realidad circundante y también de nosotros mismos. Sin distancia, uno queda atrapado en el contexto, en el entorno, y carece de capacidad para hacer de su vida un proyecto singular. 4. La autotrascendencia o capacidad de superación, de ir siempre más allá, de cruzar fronteras y no contentarse con lo conocido o establecido. Es lo que mueve a exploradores, a alpinistas, a científicos, a filósofos, a teólogos, a médicos a superarse a sí mismos, a dar el máximo de sí para conquistar lo que todavía no conocen. 5. El asombro. Una cosa es existir. Otra, muy distinta, es darse cuenta de que uno existe. La planta existe, pero no sabe que existe. Una cosa es mirar, otra cosa es admirarse de la realidad. Esta capacidad admirativa constituye el origen del filosofar. 6. El autoconocimiento. La inteligencia espiritual nos faculta para adentrarnos por aquella infinita senda que conduce al conocimiento de uno mismo. Sólo quien se conoce a sí mismo puede realizar sus proyectos, aspirar a una vida feliz 7. La capacidad de valorar, es decir, de emitir juicios de valor sobre decisiones, actos y omisiones. La tarea de valorar es sólo propia de los humanos y nos convierte en sujetos éticos. 8. El gozo estético. La belleza no es un objeto, tampoco una cosa. Es una experiencia que acontece en el interior de un ser humano y que está directamente relacionada con la inteligencia espiritual. No se capta sólo con los sentidos. Lo que uno capta a través de sus receptores, son estímulos visuales, gustativos, auditivos, táctiles u olfativos, pero la belleza es una vivencia espiritual. 36 9. El sentido del misterio. Lo misterioso circunda al ser humano por todas partes. No es verdad que el desarrollo de las ciencias naturales atrofie el sentido del misterio. Más bien, es lo contrario. El misterio es el principal impulsor de la ciencia. 10. La búsqueda de la sabiduría. Toda persona anhela, desde lo profundo de su ser, una sabiduría vital, una visión global de la existencia, una orientación que le permita vivir una existencia feliz. 11. El sentido de pertenencia al todo. El desarrollo de la inteligencia espiritual faculta para tomar conciencia de la íntima relación de todo con todo, de la profunda y subterránea interconexión entre los seres del cosmos. Quien cultiva la inteligencia espiritual es capaz de sentirse miembro del gran Todo. 12. La superación de la dualidad. Consiste en ver al otro como una realidad que emana de un mismo principio, como un ser que forma parte del mismo todo, como un hermano en la existencia. Este sentimiento de unidad, de disolución de la separación es la base de lo que se denomina experiencia mística. 13. El poder de lo simbólico. Gracias a la inteligencia espiritual, tenemos el poder de lo simbólico, capacidad de convertir en símbolos objetos naturales y artificiales, y comunicarnos a través de ellos. 14. La llamada interior. Nadie nace sabiendo qué es lo que va a dotar de sentido su vida, lo que la va a hacer valiosa. A medida que desarrolla su vida, se da cuenta de que está llamado a hacer algo con ella. Es la vocación que cada uno debe descubrir por sí mismo y le va a posibilitar su realización. 15. La elaboración de ideales de vida. Los ideales no son ideas, ni objetos tangibles. Son objetivos, aspiraciones que uno desea hacer realidad a lo largo de su vida. El peor de los dramas que un ser