Moebiana 61 - Escuela Freud-Lacan de La Plata MOEBIANA 61 | Page 35

Cartel de Clínicas su deseo. La envidia, la mirada envenenada por- yo le amo- ella lo ama que se mueve, pasea, conversa dirige la aten- ción hacia otra, lleva a quedar pegado a la vida El segundo tiempo en la constitución gramatical de un otro: Qué hace? Dónde está? Con quién está forcluído. Esto lo trabaja Daniel Paola, en su li- está? Qué dijo? Habló de mi? Ballet agotador de bro Erotomanía paranoia y celos señalando que al- ideas que pican y devoran como en un nido de guna implicación debe tener que el segundo tiempo víboras. esté borrado, siendo el tiempo de la negación como instituyente de lo simbólico. El otro no está ahí donde ud esperaba. O pue- de ser que este ahí pero que ud lo considere fue- Si lo intentáramos situar rápidamente en una obra ra. La desconfianza, la duda incendian el territo- clásica, como es Otello de W. Shakespeare podría- rio amoroso. Ha entrado ella: la celosía. mos señalar que para que se desaten los celos en Otello fue preciso un Yago. En el celo no hay lugar para el tres, es yo- tú. Cuando entra como celosía puede que no se re- sista al análisis poniendo rápidamente la coorde- Otello ama y admira a Cassio y esto podría dar lu- gar a imputarle su amor a Desdémona: nada en relación al deseo, pero también los hay de otro tinte, de otra coloratura y composición. Los celos de Otello Lo amo a Cassio- Desdémona ama a Cassio. Pero para que se despierte el monstruo de ojos verdes alguien tiene que haberlo alimentado 1 . En la propuesta freudiana los celos presentan distintos tintes, los hay dice el maestro concu- De entrada sabemos en la obra que Yago urde un rrentes, podríamos pensar: ¿concurrentes al plan, una red de mentiras contra Desdémona porque amor? Esta celosía encuentra la otra escena en odia a Otello, se siente desplazado y no reconocido un análisis y como antes señalamos, la vía de ac- en un cargo que hubiera esperado fuera suyo. Han ceso a la dimensión deseante. Pero los estratos o nombrado a Cassio su teniente y a él dejado el lugar grados pueden variar los hay también celos como de su alférez. Se encarniza con el moro, envenena proyección: ve la propia infidelidad en el otro, su dicha e inflama con ira y vejaciones el entorno de intentando en tí hallar lo que hace a lo deseante. la pareja enemistando a Desdémona con su padre. Y aún en los celos delirantes el dos lo seguimos encontrando. Es de remarcar que cuando Freud Ella la bella y pura dama ama a Otello por su va- trabaja la paranoia y la erotomanía ubica tres lentía, con un oído ávido a escuchado cada uno de momentos (frases) de lo gramatical que en los los peligros y cada una de sus hazañas. celos patológicos se reducen a dos: 1. W. Shakespeare, Otello, Tercer acto- escena III. pag. 35