Moebiana 61 - Escuela Freud-Lacan de La Plata MOEBIANA 61 | Page 24
Cita entre textos
punto enraizado en el imaginario que propone la que representa este grito no salga nada más que el
discriminación entre uno-otro (a - a’), es decir, no silencio absoluto. En ese grabado, Lacan establece
hay posibilidad de decir uno en esa dimensión. El una singular correlación entre ese grito y el silencio
imaginario adquiere consistencia en ese carozo de que lo rodea. El silencio no es el fondo del grito: el
real que no se instituye sin un otro que lo reconoz- grito provoca el silencio. “El grito hace el abismo
ca y afirme su existencia, su distinción. Lo éxtimo donde el silencio se precipita”, subraya Lacan. Del
como lo más íntimo, lo radicalmente otro. Ese otro silencio mismo que centra este grito surge la presen-
que entra en uno. cia del ser más cercano, el ser esperado, tanto más
cuanto que está ahí desde siempre, el prójimo. El
En serie ubico el concepto de das Ding, la Cosa grito hace surgir el silencio. Grito que no se oye. El
perdida que Lacan retoma de las referencias freu- silencio como un nudo cerrado que puede resonar
dianas, para situar el concepto de “extimidad”. Dirá cuando lo atraviesa y hasta agujerea el grito. Grito
que lo más íntimo se encuentra en el Nebenmensch, en el vacío, entonces, grito mudo, que agujerea el
el prójimo, como “inminencia intolerable del goce”, goce ante lo intolerable de su proximidad. Carác-
en tanto, su presencia implica la incorporación de ter primordial del agujero del grito, agujero infran-
una ausencia, pues trae aquello que desconozco y queable, marcado en el interior de nosotros mismos
que no comprendo, introduciendo una extrañeza. y al cual apenas nos podemos aproximar.
En tal sentido, la introducción de la función del Ne-
benmensch plantea, no sólo, una cuestión de lugar, Detrás de la pintura, tropiezo y me encuentro con
dónde situar ese hombre más próximo, sino que el hallazgo de un sueño revelador, otro texto entre
propicia la emergencia de un enigma: ¿dónde existe, textos, que me sirve de pre-texto para cercar con
fuera de ese centro de mí mismo, algo que me resul- una vuelta en más la cita que me aventuró en el des-
te más próximo? Ese “algo” caracterizado como ab- pliegue de este argumento.
solutamente primario por Freud, se identifica en el
grito, en una exterioridad jaculatoria, por lo cual lo “Nos estábamos peleando con mi mamá en el li-
que nos resulta más íntimo es justamente lo que es- ving de la casa. De repente, ella se transformaba
tamos forzados a no poder reconocer más que en el en un monstruo, con una boca con dientes afilados
afuera. Por eso ese grito no necesita ser emitido para y unas uñas como garras. Me quería morder en el
ser un grito. Aquí les propongo el encuentro con una brazo, arañar y yo lograba despegarla, sacármela
de las obras de arte más famosas del noruego Ed- de encima. Nos alejábamos, ella iba al mueble del
vard Munch, aquella que lleva justamente por título comedor, lo abría y revoleaba cuchillos, pero como
“El grito”. En-cuadro, allí el grito se sitúa en un pai- yo estaba en la cocina cerraba la puerta para que
saje calmo con, no lejos en la ruta, dos personas que no me tocaran. En un momento yo agarraba una
se alejan y ni siquiera se dan vuelta. Es esencial que cuchilla para apuñalarla en la espalda pero final-
de la boca torcida del ser femenino en primer plano mente me iba”.
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