tivas, tampoco piden igualdad en el reparto de bienes en el mo-
mento de la separación, pues en muchos países son las más bene-
ficiadas.
El concepto de prejuicio, lo bueno o lo malo en muchos casos está
condicionado por los dictámenes de las grandes potencias, no es
que todo sea mentira, pero se utilizan las medias verdades para
inducir a conclusiones equivocadas, como ocurre con el racismo.
¿El lector debería preguntarse qué hubiera sucedido de ganar los
alemanes la segunda guerra mundial? Pues que el enfoque que se
da en los medios de comunicación sobre el exterminio de los ju-
díos por parte de los nazis, es el que se habría utilizado al tratar el
exterminio de los indios en Estados Unidos, pero como ganaron
los americanos aceptamos sin problemas los argumentos utiliza-
dos para justificar tal exterminio. En el fondo los ciudadanos
tienden a creer demasiado en los argumentos que las grandes po-
tencias les dicen, principalmente por miedo, lamentablemente la
sociedad se fija más en las apariencias que en la realidad.
Después de la crisis económica de 1929 Alemania se encontraba
hundida económicamente, con el fin de obtener el poder los nazis
crearon el pánico acusando a los judíos de ser los culpables de to-
dos los males y proponiéndose a sí mismos como supuestos sal-
vadores, entonces la sociedad les creyó, pensaban que si el go-
bierno lo decía tenía que ser verdad, los norteamericanos también
utilizaron la calumnia como forma de justificar el exterminio in-
dio, y así poder arrebatarles sus tierras, y del mismo modo los
ciudadanos lo aceptaron. Esta estrategia de difamación como paso
previo a justificar la agresión también fue utilizada después con el
mundo árabe, para poder controlar sus reservas petrolíferas, sobre
todo por parte de los países mal llamados “democráticos,” cuando
un gobierno trata de hacer algo a sabiendas de que provocara re-
chazo público simplemente opta por falsear la realidad y así con-
sigue el apoyo ciudadano. En la historia se encuentran otros
ejemplos parecidos, como cuando España afirmaba estar cristiani-
zando América cuando lo que en realidad hacía era ocuparla, o
cuando Inglaterra emprendió la guerra contra los Boers en Sudá-
frica afirmando preocuparse por los nativos, cuando en realidad lo
que querían era el control de las minas de diamantes recientemen-
te descubiertas.
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