gobiernos democráticos cuando se han opuesto a sus intenciones
de dominar el mundo, como ocurrió en Chile por parte de Estados
Unidos o en Checoslovaquia por parte de la Unión Soviética, o de
apoyar dictadores cuando les ha convenido. Generalmente los go-
biernos animan a los ciudadanos a intervenir en las guerras de
forma voluntaria o por la fuerza diciéndoles que es por el bien de
su familia o por patriotismo, pero en el fondo tan solo buscan fa-
vorecer a las empresas en las que tienen participación y así au-
mentar su lucro, pero a costa de la vida de los ciudadanos, en esto
como en la mayoría de las cosas también hay excepciones, pero
solo con una actitud juiciosa y alejada de las reacciones pasiona-
les se puede encontrar la diferencia.
Esta es una época hipócrita en la que se fomenta más el libertinaje
que la libertad, se dice que la sociedad tiene que aceptar el sexo
que uno elija tener, aunque no sea el propio. Pero si todo tiene
que depender de lo que uno decida, entonces alguien podría decir
que desea tener a un animal por pareja y no a una persona y en-
tonces según ese razonamiento los demás ciudadanos deberían
aceptarlo. Sería más lógico ayudar a aquellos que no se sienten
cómodos con su sexo a que cambien de opinión, pues los motivos
pueden ser problemas hormonales o traumas de la infancia que
pueden tener solución. Siempre será más razonable utilizar la me-
dicina para ayudar a alguien a que se encuentre cómodo con su
propio sexo que para alejarse de él. En esta época falsa de falsas
democracias los políticos prometen lo que sea con tal de conse-
guir votos y así tener acceso al dinero público. La homosexuali-
dad es una conducta depravada y el hecho de que la ley deba per-
mitirla no significa que sea moralmente correcta. Porque no hay
que confundir el respeto que cada persona se merece en su vida
privada, con el hecho de colaborar con ello.
Otro prejuicio es el feminismo, tal y como se plantea en la actua-
lidad, pues en alguno de sus aspectos induce a las mujeres a ser
malvadas, les dice que el hombre les debe algo por el mero hecho
de ser hombre. Las feministas proponen ser iguales en todo, pero
no en lo que se refiere a las expectativas de vida, pues los hom-
bres suelen vivir menos, tampoco quieren la igualdad cuando se
trata de participar en trabajos duros físicamente, aunque luego no
dudaran en exigir el mismo sueldo afirmando ser igual de produc-
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