fundamental es que mientras no se demuestre lo contrario, lo co-
rrecto es considerar a estos filósofos o profetas como parte de un
mundo en evolución y por lo tanto sujetos como los demás a la
posibilidad de estar equivocados. Esto no significa que muchas de
sus ideas no puedan ser correctas, lo que esto significa es que
igual que el resto de las personas que han contribuido al progreso
de la humanidad también ellos pueden cometer errores y por lo
tanto es justo valorar sus ideas, pero también es un error pensar
que esas ideas no puedan ser mejoradas o no puedan estar en parte
equivocadas, porque el progreso del pensamiento filosófico o
científico consiste en estar dispuesto a cuestionar cualquier idea,
porque sin esta actitud es imposible conseguir un auténtico pro-
greso en el campo de la filosofía. La religión del futuro se caracte-
rizará ante todo por la libertad de pensamiento y la capacidad para
cuestionarlo todo.
Respecto a la divinización de los antiguos o presentes profetas o
filósofos hay que decir que lo único que debe ser considerado
como divino son las ideas y no las personas, puesto que en una
misma persona se pueden dar a la vez creencias acertadas pero
también otras completamente equivocadas. Solo las ideas son di-
vinas puesto que por divino se puede entender a todo aquello que
es correcto y se encuentra en consonancia con las grandes verda-
des universales. Puede que los grandes filósofos y pensadores ha-
yan sido una fuente de bien para el mundo por sus aportaciones en
filosofía, pero eso no significa que deban ser considerados infali-
bles pues solo las ideas correctas lo son. El problema de conside-
rar a estos seres como divinos es que entonces se niega a la socie-
dad la posibilidad de mejorar lo que ellos enseñaron y sus segui-
dores terminan discutiendo en disputas innecesarias al no ser ca-
paces de adaptar las creencias de estos filósofos a la ciencia con-
temporánea. Por ello y a menos que se demuestre lo contrario las
ideas de estas personas deben ser cuestionadas como en el caso de
los demás y por lo tanto es correcto pensar que sus ideas sean
acertadas en algunas ocasiones pero también puedan estar equivo-
cadas en otras. Es posible que los filósofos que originaron las re-
ligiones hayan sido verdaderamente influenciados por seres supe-
riores, pero en ese caso tampoco sería esta una razón para cues-
tionar la libertad de pensamiento, pues estos seres aunque mejores
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