de librarse de la pena entonces ellos mismos, es decir sus socios
políticos, los que se llaman decentes, les liberarían.
EL FRAUDE DE LA CRISIS ECONÓMICA
Es cierto que la crisis económica del 2008 ha supuesto una verda-
dera prueba tanto para los ciudadanos como para los políticos,
pues les ha obligado a poner en marcha nuevos métodos para con-
seguir la recuperación, pero también ha puesto en marcha un au-
téntico engaño a las masas sociales, pues lo que no se les dice es
que buena parte de los motivos por los que se les pide austeridad
es porque la actual mundialización de la economía implica utilizar
las mismas reglas del juego tanto en los países avanzados como
en los subdesarrollados, es decir que se intenta convencer a los
trabajadores para que reduzcan sus salarios y se conviertan en al-
go parecido a siervos como en la edad media, y todo ello debido a
que se está permitiendo un comercio sin barreras con países que
no aplican ningún tipo de normas para garantizar los derechos
humanos a sus trabajadores, lo cual da lugar a un proceso cada
vez más evidente de desventaja en la rentabilidad económica en
las empresas de aquellos países que sí reconocen derechos labora-
les con respecto a los que no. Los políticos y los empresarios nos
intentan convencer de que la única solución para resolver el pro-
blema es convertir los trabajadores en esclavos como en las eco-
nomías emergentes pero ¿Es que acaso los países desarrollados
tienen alguna obligación de comerciar con esos países con esas
reglas del juego? Ciertamente no, pues lo lógico es que si se plan-
tea una mundialización de la economía y un comercio sin barreras
lo correcto sería exigir a los países emergentes el cumplimiento
de unas reglas comunes de trato humano a sus trabajadores. Tam-
bién es cierto que en algunos países desarrollados se han aplicado
en ocasiones políticas poco competitivas como consecuencia de la
gran ventaja tecnológica que tenían en el pasado con respecto a
otros países, pero en la situación actual de mundialización de la
economía esas políticas erróneas se han puesto en evidencia, por
ejemplo prejubilaciones demasiado tempranas, subsidios de des-
empleo demasiado elevados y sin exigir ninguna condición de
búsqueda de trabajo a cambio, subvencionar carreras universita-
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