der realizar tareas de mayor valor. Porque la verdad es que quien
dedica demasiado tiempo a comer no solo provoca la atrofia de su
cuerpo sino también de su cerebro.
La gente se olvida que la juventud no dura eternamente, no com-
prenden que siendo jóvenes nuestro metabolismo remedia muchos
de los desmanes que comentemos, pero al llegar a la mitad de la
vida la capacidad de regeneración de nuestro cuerpo se acaba y es
a partir de ahí cuando comenzamos a sufrir las consecuencias de
una juventud llena de vicios y desmanes, es como si la naturaleza
se cobrase la indemnización por el mal uso que hemos dado al
cuerpo que nos entregó.
LA DROGA DE LOS HIPÓCRITAS
Resulta paradójico ver como hoy en día son muchas las voces que
claman por endurecer las penas por el consumo o tráfico de dro-
gas o como mínimo mantener las ya existentes, y resulta paradóji-
co porque esos mismos que claman contra la venta libre de drogas
son al mismo tiempo grandes consumidores de las llamadas dro-
gas legales, el alcohol y el tabaco, y resulta aún más paradójico
que sean estos mismos individuos quienes se oponen con furia
cuando alguien propone las mismas restricciones para las drogas
legales que para las demás. ¿Es que acaso creen que lo que con-
sumen los demás son drogas pero lo que consumen ellos no? Eso
es un ejercicio de suprema hipocresía, pues las drogas legales
causan más muertos todos los años que todas las demás juntas.
Por no hablar de las ventajas legales que en muchos países se
conceden a los criminales por cometer sus delitos en estado de
embriaguez. Creo que no es en el terreno legal donde se debería
combatir el tráfico o consumo de drogas sino en el campo moral,
porque el hecho de que pueda ser correcto permitir el libre con-
sumo y venta de drogas como ya ocurre con el alcohol y el tabaco
no significa que sea correcto desde un punto de vista moral. Las
drogas son rechazables por su gran toxicidad por su capacidad pa-
ra perturbar la mente y por hacer perder la razón además de pro-
vocar un estímulo falso, pero es mediante la concienciación social
y el rechazo del estado a conceder atenuantes como se debe com-
batir y no mediante la persecución policial. Esta forma de comba-
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