que para las estrellas que la forman esto represente la expresión
de su propia voluntad.
Cuando el universo comenzó, solo había una partícula que se di-
vidió y dio lugar por un lado a los espíritus y por el otro al univer-
so material formado por las galaxias. Esto es así porque el hecho
de que una partícula no esté formada por otras no tiene por qué
impedir necesariamente que pueda dividirse para crear nuevos se-
res derivados del primero o al revés fusionarse dos partículas para
formar una sola. Cada ser a su vez puede estar formado por múlti-
ples partículas, la diferencia es que cuando son partículas de un
mismo ser están unidas por filamentos que las conectan directa-
mente, en cambio, cuando la conexión es con otros seres, enton-
ces es indirecta y no por filamentos. El universo a su vez, podría
estar formado por un solo ser, o cada planeta y cada estrella for-
mar un ser individual, esto es posible porque el tamaño y la im-
portancia no son la misma cosa y aunque el universo estuviera
controlado por un solo ser, no por ello tiene por qué ser más im-
portante que los espíritus individuales, porque con el tiempo, to-
dos los seres tendrán que pasar por esa situación de forma rotato-
ria en otros ciclos cósmicos futuros. Pero en lo que se refiere a la
voluntad, es posible que cuando el universo piensa, lo que hace es
decidir como se organiza para evolucionar, del mismo modo que
un ingeniero tiene que decidir como mejorar un aparato. Es evi-
dente que una parte de esos cambios lo deciden las leyes físicas,
pero otra parte puede ser la consecuencia de la voluntad del uni-
verso, porque igual que un ingeniero puede optar por un diseño u
otro, el universo en su progreso también puede elegir entre varias
opciones distintas posibles, aunque siempre dentro de las leyes
físicas básicas.
No debemos olvidar que el concepto de voluntad no es absoluto
sino relativo, porque si planteamos la voluntad estrictamente des-
de un punto de vista físico, entonces alguien podría decir que
nuestros actos no son la consecuencia de nuestros propios gustos
sino de la interacción de la materia que forma nuestros cuerpos.
Por ello, creo que lo justo es considerar que ambas fuerzas son
igual de ciertas e importantes, es decir que lo que nosotros lla-
mamos voluntad, es aquello que la naturaleza nos permite hacer
sin contradecir sus leyes físicas.
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