grantes ilegales, y luego os extrañáis que os roben y se apropien
de las ayudas sociales para las que habéis cotizado, pero que aho-
ra os niegan para dárselas a ellos. ¿Pero es que acaso creéis que
vuestras acciones no tienen consecuencia? No sois capaces com-
prender que el verdadero humanitarismo no consiste en favorecer
la inmigración descontrolada o el mestizaje, sino en ayudar a las
personas a realizarse en su propia tierra, porque la emigración so-
lo puede tener sentido cuando se hace de forma legal y entre so-
ciedades análogas, para evitar entre otras cosas la bajada de los
sueldos y el consiguiente perjuicio a la clase trabajadora.
Permitís que vuestras hijas se lleven a sus novios a vuestras casas
a dormir y luego tenéis el cinismo de decir que no hay problema,
pues todo lo puede solucionar el aborto. ¿Es que para vosotros la
palabra dignidad y la vida de esas criaturas de las que os vais a
deshacer no tiene significado?
Afirmáis estar en contra del consumo de drogas pero dais a vues-
tros hijos el mal ejemplo de consumir alcohol delante de ellos di-
ciendo la estúpida frase de que esta es una droga buena.
Si tuvierais dignidad rechazaríais el consumo de todas las drogas,
pero no por medio de la represión como lo hacen los cobardes y
los hipócritas, sino dándoles el buen ejemplo de negaros a con-
sumir cualquier tipo de droga sea legal o ilegal.
Os quejáis de las altas tasas de delincuencia, pero al mismo tiem-
po os quedáis indiferentes cuando asesinos en serie condenados a
miles de años de cárcel salen de prisión tras una pena ridícula, so-
lo porque dicen haberse arrepentido. ¿Acaso creéis que qué hay
algún delincuente que no afirme tal cosa con tal de salir de la cár-
cel? ¿Es que no comprendéis que esos políticos a los que llamáis
demócratas crearon esas leyes que promueven la impunidad solo
para aplicárselas a sí mismos? Conceden permisos penitenciarios
a los asesinos como si la vida de las personas les diera igual, no
entienden que cuando una persona está en la cárcel no es para rea-
lizar un trabajo, sino porque es un peligro para la sociedad, es una
insensatez permitir la liberación temporal de un criminal, excepto
en el periodo inmediatamente previo al cumplimiento de su con-
dena, que es cuando puede tener sentido una adaptación paulatina
al mundo exterior. Tenéis que comprender que a esos políticos no
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