Mis ideas filosoficas 3 | Page 35

LOS MESTÍFOBOS Cuando la segunda guerra mundial terminó, el mundo se dio cuenta de las barbaridades cometidas por los nazis en sus campa- ñas de exterminio contra los judíos, el impacto psicológico que produjo, junto con el hecho de que la guerra la habían ganado los enemigos de Alemania, condujo a una campaña de desprestigio de todo aquello que tuviera que ver con los nazis, por un lado para que el mundo conociese las horrores causados por ellos, pero también para que aceptase con total naturalidad la existencia de unos nuevos amos del mundo representados en los Estados Uni- dos y sus aliados. Es decir que no se trataba solo de alertar por los excesos cometidos por los nazis durante la guerra, sino también de crear la falsa creencia de que todos los males imaginables le son aplicables al nazismo y todas las bondades imaginables les son aplicables a los vencedores de la guerra. Esto es lo que los dos bloques militares que quedaron al terminar la guerra Estados Unidos y la Unión Soviética, trataron de inculcar en la mente de los ciudadanos, pero, como es de suponer, acusando también al otro bloque de los mismos reproches aplicados a los nazis, para tratar de socavar su poder y conseguir la dominación mundial. Pero, como bien demuestra la historia, las guerras no son entre verdades o mentiras, sino entre naciones que intentan imponerse contra las demás casi siempre para propiciar el beneficio de sus clases dirigentes dejando a un lado a los trabajadores. A los ciu- dadanos se les dice que su deber es participar en la guerra, pero los beneficios van siempre a parar a los ricos, por ello, es un grave error pensar que el hecho de que los nazis perdieran la guerra im- plique que estén equivocados en todo, como por ejemplo en su oposición a las mezclas raciales. Lo malo es que cuando un ejérci- to es vencido se narran los hechos de la guerra diciendo la verdad sobre los crímenes cometidos por ellos, pero ocultando las razo- nes o argumentos que en su defensa pudieran tener. Al mismo tiempo, después de la guerra, las potencias vencedoras se dedica- ron a esconder sus propios hechos vergonzosos como por ejemplo los efectos que las bombas atómicas provocaron en la población civil de Japón, a causa de la radiación, o también la campaña de 35