a una política tanto nacional como internacional errática. Pero
quizás el ejemplo más claro lo tenemos en la historia de Esparta,
esta nación igual que Estados Unidos creció con fuerza cuando
era racialmente pura, esta política también era favorecida por el
estado, sin embargo se hundió al caer en el error de promover la
esclavitud, hasta ser más los esclavos que los ciudadanos libres.
Es imposible que una nación pueda existir de forma prolongada
cuando la mayoría de sus ciudadanos son esclavos, además en el
caso de Esparta esos esclavos eran nativos de la tierra y por lo
tanto de la misma raza que los espartanos, por lo que era todavía
más absurdo aplicar la esclavitud con ellos, teniendo en cuenta
que si se les hubiera integrado, no habría existido diferencia racial
alguna. La paulatina disminución de las personas con derecho de
ciudadanía y con capacidad para participar en el ejército, desen-
cadenó una situación cada vez más inestable que terminó con el
brusco hundimiento de esta nación. Lamentablemente Esparta re-
presentó al mismo tiempo lo mejor, pero también lo peor que una
sociedad puede tener. Pero la sociedad actual se niega a hacerse
una autocrítica, aturdida por los sucesos de la segunda guerra
mundial. Esta situación de confusión y vacío de poder ha sido
aprovechado por los inmigrantes para entrar en Europa en masa y
en muchos casos de forma violenta, pero lo más absurdo de todo,
es que las autoridades europeas recompensen a estos invasores
entregándoles las ayudas económicas que sin embargo se les nie-
gan a aquellos que cotizaron para poder servirse algún día de esas
ayudas. Es necesario que la sociedad comprenda que no todo vale
y que el mercado no es lo único importante y que por encima de
todo está la dignidad y la cultura que la propia raza representa. La
historia demuestra que estos hechos son ciertos, por mucho que
los tópicos contemporáneos hagan que la gente no los quiera ver.
La sociedad tiene que entender que a esta clase política corrupta
solo le interesa el enriquecimiento personal, sin preocuparse lo
más mínimo de la sociedad a la que representa. Las grandes na-
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