Mis ideas filosoficas 3 | Page 12

del grupo de población considerado sano, esto es posible, porque el hecho de que uno de los padres porte una enfermedad heredita- ria, no implica que todos sus hijos la tengan que heredar necesa- riamente. Con este sistema de un hijo por pareja, el número de habitantes que portasen enfermedades genéticas iría disminuyen- do de forma paulatina hasta desaparecer. Este sistema se aplicaría solo a una parte mínima de la población al mismo tiempo, empe- zando por las enfermedades más graves y una vez eliminadas es- tas se pasaría después a las más leves. Otro método que se podría utilizar para eliminar las enfermedades genéticas sería seleccionar los genes enfermos y extraerlos de los óvulos, para posteriormen- te cambiarlos por otros sanos, aunque este método es bastante más complicado que el anterior y además se corre el riesgo de provocar mutaciones no deseadas. Desde la antigüedad existe un método natural de corrección de fallos genéticos, que funciona mediante nuestra propia capacidad de elección de pareja. Es decir que cuando una persona decide que la pareja con la que va a formar su familia sea bella o sana, en realidad lo que hace es favorecer que sus propios hijos lo sean. Porque cuando elegimos a la persona con la que vamos a tener hijos, lo que estamos haciendo es determinar qué características van a heredar ellos. De esta forma la selección sexual es funda- mental para decidir qué cualidades tendrán las generaciones futu- ras. Esto demuestra que el deseo de tener una pareja bella o sana no solo es deseable, sino nuestro deber, porque así favorecemos el progreso de las generaciones futuras y evitamos un sufrimiento innecesario a nuestros descendientes al evitar que hereden las tan lamentables enfermedades genéticas. Sin embargo, este sistema natural no es infalible, pues mucha gente no es capaz de saber que enfermedades hereditarias transporta, por lo que establecer un programa de erradicación de estas enfermedades llevado a cabo por especialistas sería de gran utilidad para garantizar la salud ge- nética de las generaciones futuras. Hasta aquí me he referido a la perfección del hombre en el aspec- to físico, sin embargo no debemos olvidar que el hombre es la unión de cuerpo y espíritu y que solo cuando la humanidad com- plete su desarrollo en el aspecto moral, habrá terminado su fase esencial de progreso y podrá considerarse verdaderamente evolu- 12