zaciones religiosas se abriesen a lo que cada ciudadano pudiera
aportarles para su progreso en el campo ideológico, por ello lo
justo sería que aceptasen que los fundadores de sus religiones por
muy respetables que fueran sus ideas solo eran hombres y a me-
nos que se demuestre lo contrario sus ideas pueden y deben ser
mejoradas, como ocurre con el resto de los hombres.
UN NUEVO CRISTIANISMO
El mundo del futuro necesitará una nueva religión basada en la
verdad y la libertad de pensamiento y no en el dogma impuesto
por las organizaciones religiosas, una religión que aúne filosofía y
ciencia, teniendo la justicia y la convivencia como sus principios
fundamentales, la religión no puede ser algo estático, pues debe
evolucionar como el resto de las ciencias, encumbrar a los perso-
najes religiosos tan solo es un obstáculo que impide su progreso,
es necesario que todos puedan participar en su desarrollo por el
bien de la humanidad. A lo largo de la historia las organizaciones
religiosas se han limitado a servirse de estos personajes con el
único objetivo de obtener poder y dinero, y para que nadie cues-
tionase sus ideas impusieron a los ciudadanos la creencia de que
la religión es algo inmutable y sus fundadores infalibles, tales
afirmaciones además de falsas constituían un grave atentado con-
tra la libertad de pensamiento pues no dudaron en perseguir y ma-
tar a quienes no estuvieran de acuerdo con ellas. Ese comporta-
miento no solo fue un acto contra los derechos humanos, sino que
fue precisamente lo contrario de lo que muchas de ellas predican,
es decir un acto maléfico más en consonancia con satanás que con
la filosofía cristiana. Esos líderes religiosos tan solo utilizan la re-
ligión en su propio beneficio olvidando el motivo por el que fue
creada, por ello es un error culpar a los precursores de las religio-
nes de los crímenes de quienes dicen representarles, pues son
unos impostores. Es justo reconocer el mérito a los personajes re-
ligiosos como Jesús o Buda, pues hicieron un gran esfuerzo en la
defensa de la paz y la convivencia, además de contribuir al pro-
greso de la humanidad en el campo de la filosofía, pero también
es justo reconocer que eran hombres como los demás, excepcio-
nales ciertamente por su inteligencia e intuición, pero no por ello
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