el exorcista, no cabe duda que una organización como la iglesia
católica repleta de escándalos por su conducta malvada tanto en el
pasado como en el presente, le resulte sumamente beneficioso
presentarse ante el mundo como supuestos salvadores de las per-
sonas exorcizadas, es como si se pidiera a un demonio que salvase
a alguien de la posesión de otro. Aunque también es verdad que
nadie es malvado de forma absoluta.
En cualquier caso no creo que haya existido ni existirá nunca una
autentica posesión, si entendemos como tal que un espíritu le robe
el cuerpo a alguien, lo que si ocurre es el intento de algunos espí-
ritus por robar el cuerpo a aquellas personas que consideran más
vulnerables, sin embargo eso es imposible por el fuerte vínculo
natural que existe entre el espíritu y el cuerpo de todas las perso-
nas, por ello, únicamente logran causar perturbaciones emociona-
les pero nunca robar el cuerpo o controlar la voluntad, porque la
maldad que pueda tener una persona nunca es inducida por un es-
píritu sino por su propia degeneración.
Es posible que la razón de que un espíritu maligno se adhiera a
una persona sea porque por algún motivo accidental su cuerpo ac-
túe como una puerta entre el otro mundo y este. Porque es bien
conocido que en ocasiones los espíritus se sirven de objetos o vi-
viendas como medio para conseguir ese fin. De ser esto cierto,
una posesión no sería otra cosa que la conexión estrecha entre una
persona o mejor dicho su cuerpo con un espíritu que a causa de
ese enlace se encontraría vinculado con la persona supuestamente
poseída. Este espíritu maligno no dominaría a la persona, pero
tampoco sería fácil evitar que en ocasiones provoque interferen-
cias en su estado de ánimo o en las cosas que la rodean. La exis-
tencia de ese vínculo o puerta, provoca que cada vez que ese espí-
ritu regresa del más allá a este mundo lo primero que se encuentra
es la persona poseída que más bien habría que definirla como po-
seída más por la puerta que por el espíritu. Estos espíritus se ca-
racterizan por no ser capaces de asumir su propia muerte y tratan
de regresar al mundo yendo hacia atrás en lugar de progresar en el
mundo espiritual y prepararse para una nueva reencarnación. En
cierto modo se podrían definir como espíritus perdidos.
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