víctimas, a las cuales desprecian, pues tan solo las consideran me-
ras financiadoras de sus partidos. Esos políticos hipócritas, en se-
guida dicen ¡Se ha hecho justicia! ¡Han cumplido sus condenas!
Pero ellos saben que tal afirmación es falsa, pues han diseñado las
leyes para que la impunidad sea norma. La mayoría de los políti-
cos se autoproclaman decentes pero ¿cuántos de ellos están a fa-
vor de la eliminación de sus privilegios? Ellos se ponen la medida
con la que la sociedad debe juzgarlos. Esos políticos sinvergüen-
zas amigos de los delincuentes enseguida dicen ¡La cárcel es solo
para reinsertar! Pero tal afirmación es falsa, pues la prisión ante
todo tiene como finalidad apartar de la sociedad a aquellos que no
merecen estar en ella, y si la gravedad de sus condenas determina
la cadena perpetua lo correcto es que la cumplan. Siempre sería
razonable la excarcelación en el caso de encontrarse pruebas de su
inocencia, pero de no ser así la prioridad tiene que ser la víctima
no el criminal. Otras veces dicen ¡Los delincuentes se han arre-
pentido! ¿Pero acaso existe algún criminal que no diga haberse
arrepentido inmediatamente después de entrar en prisión? Estos
amigos de los criminales, con los que se sienten identificados, se
olvidan de que quien quita una vida de forma intencionada y pre-
meditada no tiene por qué decidir sobre la suya, y si la sociedad
considera que el pago justo es dar ejemplo manteniéndole en pri-
sión entonces está en su derecho a aplicarlo. La reinserción siem-
pre es deseable, pero para los delincuentes que lo merezcan, pero
quien quita una vida no puede esperar que la sociedad se detenga
a pensar en sus gustos o en si se ha arrepentido o no, porque para
quien tiene una condena de siglos eso no tiene por qué ser aplica-
ble. Lógicamente sería correcta una reducción de la condena por
buen comportamiento, pero una reducción no es una anulación,
pues los crímenes cometidos no se anulan, y por lo tanto lo razo-
nable es que tal reducción sea de un porcentaje minoritario del to-
tal, si lo que se busca es hacer justicia. También es justo que los
presos trabajen ya que no están en hoteles, y así puedan pagar las
indemnizaciones a sus víctimas y los gastos que pudieran ocasio-
nar durante su estancia en prisión.
Estos políticos, falsos demócratas, no dudan en utilizar la amena-
za para que los ciudadanos participen en el sistema electoral, pues
son muchos los países en los que se multa a quienes se niegan a
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