Mis ideas filosoficas 2 | Page 33

colaborar con el engaño al negarse a votar o participar en las me- sas electorales. Se equivocan quienes piensan que el sistema pue- de ser cambiado desde dentro, pues si se trata de un modelo de- mocrático falso la única solución es rechazarlo y negarse a parti- cipar en él, hasta que quienes tienen el poder se den por aludidos, participar en el juego de los partidos es caer en su engaño. Es evi- dente que cuando el ladrón es el que hace las leyes no se puede esperar que haga justicia. En realidad los sistemas políticos actuales no son más que una simple imitación de los modelos griegos del siglo V a.C., los par- tidos de izquierdas dicen preocuparse de los trabajadores pero al apoyar la inmigración ilegal lo único que hacen es fomentar una sociedad de esclavos semejante a la amarillista Atenas. Los parti- dos de derechas no tienen otra obsesión que perpetuar los privile- gios de los ricos igual que la esclavista Esparta. Ese juego de iz- quierdas y derechas a la que los partidos quieren llevarnos no es más que una ficción, pues la verdad es neutral y no se somete a ningún partido. El mundo necesita un nuevo modo de concebir la democracia, un sistema por el que las leyes sean elegidas de for- ma directa por los ciudadanos, solo entonces esta clase de políti- cos embusteros y ladrones podrán ser erradicados de la sociedad de forma definitiva. LA SOCIEDAD ASIMÉTRICA Hoy en día resulta llamativo ver como la sociedad parece dar cada vez más importancia a un enfoque asimétrico de la vida, el arte por ejemplo se expresa cada vez más a través de la deformidad, la incoherencia y el absurdo, un ejemplo de ello lo tenemos en el museo Guggenheim de Bilbao, en el que tanto sus supuestas obras de arte, como la misma arquitectura del edificio, todo ello repre- senta la asimetría y la deformidad. Esto es el ejemplo de como una sociedad sin rumbo expresa su definición del arte, o de lo que cree que es arte. Esta es una sociedad sin Dios, pero no porque Dios les haya abandonado sino porque ellos le han dado la espal- da a Dios. ¿No es cierto acaso que en la naturaleza todas las cosas 33