CAP 2 - POLÍTICA
LA LIBERTAD DE OPINIÓN
Resulta patético ver que cuando los medios de comunicación ha-
blan de la libertad de opinión generalmente se refieren a la liber-
tad para condescender con la línea marcada por las grandes po-
tencias, esto es así porque en cuanto alguien se sale de esos pará-
metros enseguida se le tacha de antisocial y se inventan palabras
para asociar su opinión con enfermedades con el fin de desacredi-
tarle. En realidad, este tipo de personas solo son oportunistas que
navegan al son de la corriente y siempre se asocian con el poder
de su tiempo, estos sí que son unos traidores a la humanidad, por-
que se supone que toda idea debería ser respetada siempre que se
plantee de forma pacífica, pero cuando alguien se sale de las ver-
dades establecidas por los poderes fácticos enseguida surgen vo-
ces pidiendo que se les tape la boca. ¿Es que acaso temen que los
ciudadanos expresen su derecho a pensar libremente? Estos que
hablan de la libertad de expresión, pero solo cuando favorece lo
que ellos quieren, no son mejores que aquellos que quemaban a
los científicos por decir la verdad durante la edad media.
Y digo esto a propósito de quienes hoy en día persiguen a quienes
se oponen a condescender con el mestizaje de las razas o la ho-
mosexualidad, enseguida inventaron palabras como xenofobia y
homofobia con el fin de impedir que los ciudadanos entren a valo-
rar la raíz de los hechos objetivamente, no son capaces de com-
prender que respetar no es lo mismo que colaborar, y el hecho de
que uno respete a quienes apoyan la homosexualidad no implica
que este bien, y por lo tanto no obliga a colaborar con ello. Pero
estos oportunistas solo esperan el premio por ir en consonancia
con el gran imperio de los Estados Unidos, ese imperio que habla
de los derechos humanos y al mismo tiempo permite la existencia
de millones de pobres en sus calles, generalmente de las minorías
étnicas, ese imperio que apoya el mestizaje únicamente para po-
der justificar la ocupación del resto del mundo y que se niega a
reconocer fronteras raciales para así tampoco reconocer las políti-
cas. Es cierto que los nazis fueron crueles con las minorías étnicas
durante la segunda guerra mundial, pero eso no significa que por
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