El Oficial de Policía Pérez estaba muy serio.
- Hemos realizado una búsqueda exhaustiva
por toda la clase y por todo el colegio, pero no
hemos encontrado nada en absoluto, ni dientes,
ni pistas. Esto es un verdadero misterio. ¿Puede
darnos una descripción de su dentadura?
El profesor Emilio frunció el ceño, esbozó una
pequeña sonrisa y miró fijamente al oficial.
- ¿Podría uszted szonreír, por favor…? –preguntó Emilio.
- ¿Qué sonría?
- Szí, una bonita y gran szonrisza.
El Oficial Pérez sonrió tímidamente.
- ¡No! –gritó Emilio enfadado-. Una szonrisza de verdad, de oreja a oreja.
El Oficial Pérez sonrió ampliamente.
- Hmmmm…
El profesor Emilio se inclinó hacia el oficial y le dio unos golpecitos en los dientes.
- Eran igualesz que esztosz –dijo Emilio.
- ¡Estos son mis dientes de siempre! –dijo asustado el Oficial Pérez.
El Oficial Pérez se llevó a todos a la comisaría que estaba a la vuelta de la esquina. Gracias a la descripción del profesor Emilio, el dibujante de la policía hizo un dibujo exacto de la dentadura desaparecida.
Pusieron en el tablón de comisaría el cartel de la dentadura junto a todos los demás. Se hicieron copias y se pegaron por todo Logroño: en las farolas, en las esquinas, en los escaparates, en los maceteros, en las papeleras, en los ascensores...
El Oficial de Policía reunió a los sospechosos habituales y se les interrogó. Se les hizo sonreír. A la mayoría les faltaba algún diente, pero sólo uno o dos, no toda la dentadura.
Vista por última vez en el Colegio Adoratrices.
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