Ismael Sierra Estrada
En esa época, los patrones confiaban más a los empleados, porque era su mano derecha. Para sacar cinco o seis o siete toneladas de caucho anuales.
El trabajo de empleado era todos los días abrir los caminos y buscar los árboles de caucho. Para que cada trabajador fuera quedando con seis o siete caminos. Y tenía una responsabilidad tan grande que tenía que dejar que los ralladores no maltrataran el palo de caucho. El primer requisito.
El segundo requisito, cada camino de caucho donde rallaba debía quedar con 480 o 540 palos de caucho. Este mismo se encargaba colocar la tigelina. Colocar la lengua donde cae la gota de leche de palo de caucho.
Había barracones donde rallaba caucho con siete hombres. Algunos con doce. Y los más grandes eran hasta de quince hombres ralladores de caucho.
Como en ese tiempo no había limitación de tierra, porque era baldío. Por lo tanto cada cauchero se iba extendiendo cada año. Por esta razón, algunos caucheros grandes, como“ tío barbas”, Juan de Dios Otero, Bastida, Balcázar, y Paul Espitia, fueron dueños de muchas tierras. De muchísimas tierras.
Estos caucheros grandes, empezaron traer como mano de obra a diferentes tribus indígenas que existían en el Vaupés.
Entre los cuales, los más explotado fueron: los Cubeo, los Desano, los Barasano, los Siriano, los Piratapuyo, y todos los que vivían, al margen de los ríos o caños más grandes que existen en el departamento del Vaupés.
Estos caucheros que acabo de mencionar, alcanzaron a formar como si fuera una comunidad dentro de su tierra.
6