El terror ya me tomaba y el sudor que no paraba,
Al descubrir ante mis ojos, que nadie habitaba,
El silencio auscultaba por instantes la armonía,
El toc, toc que se escuchaba ¡nada que paraba!
Prudente y cauteloso el entono lo miraba,
Tratando de tropezar con aquello que buscaba,
A lo lejos observaba el lugar donde golpeaban,
Y los ojos los fijaba muy cerca de la casa,
Hincado y sospechoso a un madero lo miraba,
Ya que muy seguro el toc, toc de allí llegaba,
Pues el ruido que atendía un poquito se elevaba,
Juguetona con luna que esplendorosa iluminaba.
Sin pretextos ni disculpas lento me acercaba,
Al lugar donde escuchaba, el toc, toc,
que me llamaba,
No sin antes empuñar el bastón que yo llevaba,
Con el fin de protegerme, por si algo me pasaba.