Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 72
¨El Misterio de Belicena Villca¨
blanca de la esclavitud material. Una serpiente intenta impedir que la Virgen cumpla su
cometido pero Ella la mata aplastándole la cabeza con su pie derecho. Pasado el plazo, la
Virgen alumbra a Navután y lo educa como Guerrero Constructor, contando con la ayuda de
los Guardianes de la Sabiduría Lítica.
Existía en la Atlántida un sendero que conducía hasta un Jardín Encantado, el cual había
sido construido por el Dios de la Ilusión. Crecía allí un Antiguo Árbol Granado, conocido como
el Árbol de la Vida y también como el Árbol del Terror, cuyas raíces se extendían por toda
la Tierra y cuyas ramas se elevaban hasta las Moradas Celestes del Dios de la Ilusión.
Cerca de ese Granado Hechizado se hallaba un Árbol Manzano, tan Antiguo como Aquél, al
que se llamaba el Árbol del Bien y del Mal o el Árbol de la Muerte. Era creencia corriente
entre los Atlantes que el hombre, en un Principio, había sido inmortal: la causa de que el
hombre tuviese que morir se debía a que los Grandes Antepasados habían comido del Fruto
de este Árbol y la Muerte se había trasmitido a los descendientes como una Enfermedad. En
verdad, la sangre del Árbol, su Savia Maldita, se había mezclado con la Sangre Inmortal del
Hombre Original y regulaba desde adentro la Vida y la Muerte. Y nadie conocía el Remedio
para esa Enfermedad. Navután, que carecía de padre humano, había nacido inmortal como los
Hombres Originales, pero su inmortalidad era, por eso mismo, esencial, propia de su especial
naturaleza espiritual; en consecuencia, su inmortalidad era incomunicable a los restantes
hombres blancos, no servía para que ellos recuperasen la inmortalidad perdida. Por eso
Navután, con el apoyo de su Divina Madre, la Virgen Ama, decide hacerse mortal y descubrir
para los hombres el secreto de la inmortalidad.
Desde que los Grandes Antepasados comieran el Fruto del Árbol de la Muerte, nadie se
atrevía a acercarse a él por temor a la Muerte. Pero Navután era inmortal como los Grandes
Antepasados y pudo, como Ellos, aproximarse sin problemas. Una vez junto al Árbol, Navután
cortó y comió el Fruto prohibido, quedando inmediatamente hechizado por la Ilusión de la Vida:
ahora sólo le faltaba descubrir el secreto de la Muerte sin morir, puesto que si perecía en el
intento jamás podría comunicar la Sabiduría a los hombres blancos. Es entonces cuando
Navután se auto-crucifica en el Árbol del Terror, para vencer a la Muerte, y pende nueve
noches de su tronco. Empero, mientras el tiempo transcurría, la Muerte se avecinaba sin que
Navután consiguiese comprender su secreto. Al fin, ya agonizante, el Gran Jefe Blanco cerró
su único ojo, que mantenía fijo en la Ilusión del Mundo, y miró hacia el Fondo de Sí Mismo, en
una última y desesperada reacción para salvar la vida que se apagaba sin remedio. Y en la
cima de Sí Mismo, en medio de la Negrura Infinita de la Muerte insinuada, vio surgir una Figura
Resplandeciente, un Ser que era Pura Gracia: se trataba de Frya, la Alegría del Espíritu, su
Divina Esposa del Origen que acudía en su auxilio.
Cuando Navután abre nuevamente su ojo, Frya sale por él y se interna en el Mundo del
Gran Engaño: va a buscar el secreto de la Muerte para salvar a su Esposo agonizante. Sin
embargo no logra conseguirlo y el tiempo se acaba inexorablemente. Al fin, sin desesperar,
Frya se dirige a Hiperbórea para consultar a los Dioses Liberadores; Ellos le aconsejan buscar
a un Gigante bicéfalo que habita en un Mundo situado bajo las raíces del Árbol del Terror y
que ejerce el oficio de clavero: a ese Gigante debe robarle la Llave Kâlachakra, pues en ella
los Dioses Traidores han grabado el secreto de la Muerte. El Mito de los Atlantes blancos es
aquí muy complejo y sólo conviene mencionar que Frya, transformada en Cuervo, desciende
al Mundo del Gigante bifronte y le roba la Llave Kâlachakra: mas, para conseguirla, ha tenido
que convertirse en asesina y prostituta; Frya, en efecto, quiebra con un golpe de su hacha la
Llave Kâlachakra, pero el paletón, al caer, se transforma en siete gigantes de siete cabezas
cada uno, quienes “duermen para que las Razas raíces vivan por ellos”; acto seguido, y sin
alternativas pues está urgida por el tiempo, Frya se viste con el Velo de la Muerte que aquellos
gigantes tienen sujeto con un lazo en cada cuello: luego los despierta sucesivamente y se
entrega a ellos como amante, pero inexorablemente los va decapitando en la culminación del
orgasmo; y las cabezas de los Gigantes, ensartadas en una cuerda o sutrâtma, forman el
collar de Frya Kâlibur, en el que cada cráneo representa un Signo del Alfabeto Sagrado de la
Raza Blanca. Por fin el Velo de la Muerte queda suelto y Frya, nuevamente transformada en
cuervo, regresa velozmente junto a Navután.
Pero ya es tarde: justo en el momento de llegar, Navután exhala el último suspiro y su ojo
se está cerrando para siempre. Frya comprende que será imposible revelarle a Navután el
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