Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 580
¨El Misterio de Belicena Villca¨
– ¡El firmamento estrellado!
En efecto, el ácido había virado de color y ahora la garrafa contenía un líquido negro,
nigredo, que presentaba una superficie brillante e iluminada por infinitud de Scintillae fijas,
chispas de luz que eran las estrellas de un particular microcosmos.
– ¿Qué ves ahora? –repitió.
– ¡El Zodíaco! – ¡Cientos, miles de constelaciones, todos los Arquetipos del Universo
estaban en ese Cielo!
– ¿Qué ves ahora? –insistió.
– ¡Dos estrellas que se destacan! ¡Dos estrellas, más brillantes que todas las otras,
avanzan y se sitúan en lugar central, bajo el pie de la Virgen de la Espiga, cerca del Cuervo!
– ¿Qué ves ahora? –inquirió.
– ¡Las constelaciones parecen más vivas que nunca, los Arquetipos vibran en el Cielo,
animales de todas clases se aprestan a descender ¡Los veo y escucho sus sonidos!
En verdad, el sonido de los animales celestes se había tornado tan real, que sólo al quitar
por un instante la vista de la matrix comprendí que ciertamente, algunos de ellos estaban
presentes a mi alrededor: distinguí con sobresalto tres rugidos, y por eso dirigí esa fugaz
mirada hacia el entorno; eran el gruñido del cerdo, el ladrido del perro, y el rugido del oso.
Con creciente espanto, comprobé entonces que las nubes ectoplasmáticas que flotaban sobre
los cadáveres de Bera y Birsa, habían adquirido la inconfundible forma del jabalí sobre los
cadáveres de los asesinos orientales, se materializaban dos enormes jabalíes blancos, que
gruñían amenazadoramente y mostraban en sus cuerpos los mil ojos de Avalokiteshvara, los
mil ojos del Anima Mundi, los mil ojos de El Uno, los mil ojos de Purusha. Los perros daivas se
habían aproximado, sin dudas llamados por tío Kurt, y parecían verlos sin problemas porque
les ladraban con ímpetu incontenible.
Pero la impresión más grande la llevé al observar a tío Kurt ¿Cómo explicar lo que vi?
Sólo quizás diciendo que su forma cambiaba que por momentos era tío Kurt y por
momentos un enorme oso iracundo, un ursus terrificus. Más tal explicación no sería del
todo correcta porque, ciertamente, tío Kurt se había convertido en un Hombre-oso era el
furor de tío Kurt, el Furor del Guerrero Oso, el berserkr gangr, la fuerza que lo
transformaba. Busqué a tío Kurt con la mirada y descubrí a un Berserkr, a un Guerrero de la
Orden Einherjar de Wothan, a un Iniciado Hiperbóreo en las Vrunas de Navután. Y la mirada
regresó espantada a los ojos, acompañada por un violentísimo rugido y el movimiento
acompasado, casi Ritual, de sus zarpas poderosas. Pero cuando habló; era nuevamente tío
Kurt.
– ¿Qué ves ahora? –exigió.
– ¡Las dos estrellas más brillantes se han transformado en dos Jabalíes gemelos!
– ¿Qué ves ahora?
– ¡Los Jabalíes huyen despavoridos y buscan la protección de su Madre, el Dragón del
Universo!
– ¿Qué ves ahora?
– ¡Veo a los Jabalíes guarecerse en el regazo del Dragón! Y veo al Dragón: tiene mil
cabezas y mil ojos; y en cada cabeza una Estrella de David; y en cada cabeza aparece el
Rostro de Binah; y sus mil bocas cantan la Canción del Cordero. El Dragón acuna en sus
brazos al Cordero y los Jabalíes, a diestra y siniestra, gruñen sin cesar. Y haciendo coro al
Dragón, y a los Jabalíes, las tres cuartas partes de las estrellas del Cielo cantan así:
¡Avalokiteshvara.
Gran Madre Binah!
¡Ya llega, ya llega.
¡El Holocausto Final!
– ¿Qué ves ahora?
–El Dragón Binah sostiene con su mano derecha al Cordero, mientras con la izquierda
toma una copa rebosante de lejía humana. ¡Ahora derrama el contenido de la copa sobre la
Tierra!
– ¿Qué ves ahora?
–Las mismas estrellas, cantan:
¡Avalokiteshvara,
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