Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 574
¨El Misterio de Belicena Villca¨
afirmándola mentalmente, me demostró de eficaz manera cómo los perros daivas se dirigían
directamente al sitio donde estuviera estacionado.
El 25 de Marzo lo dedicó tío Kurt íntegramente a construir la orden con el Kilkor svadi: toda
la operación dependía de la precisión de esa orden y resultaba comprensible su meticulosidad.
Sólo empleó unas horas para coordinar conmigo los movimientos que haríamos frente a
nuestros enemigos. Por ejemplo, acordamos que él dispararía primero, y siempre hacia la
izquierda, en tanto Yo debería cubrir la derecha.
El 25 de Marzo lo dediqué íntegramente a dejar arreglado el funcionamiento de la Finca.
Unos vecinos, mediante la participación en el producto de la cosecha, accedieron
gustosos a ocuparse de las viñas y de la futura vendimia; no sería tarea difícil pues Papá tenía
los mecanismos productivos debidamente aceitados y todo el trabajo se reduciría a administrar
el campo y supervisar a los operarios. Firmamos un contrato improvisado, en el que incluí una
cláusula completamente fuera de lo común: se comprometían a hacer limpiar el lagar y a
inyectar los 20.000 litros de Alquitrán en uno de los pozos de agua de la Finca, cuya
napase secó hace años y cuya boca estaba aún abierta con un aljibe. Hice esto porque no
podía correr riesgos de que la Brea fuese a ser vendida o aprovechada energéticamente: no
olvidaba ni por un instante que aquel lago de asfalto constituía una síntesis orgánica de
nuestra sangre, que representaba la sangre de la Estirpe Von Sübermann.
El 25 de Marzo, a las 18,00 horas, finalmente, adquirí el único elemento que tío Kurt
solicitó para completar el equipo táctico: una garrafa de teflón, con rosca hermética, rellenada
con cinco litros de ácido sulfúrico.
El 26 de Marzo de 1980, estábamos preparados para iniciar la operación.
Capítulo XII
Podríamos haber actuado esa misma mañana, pero tío Kurt prefirió aguardar el anochecer y
emplear el día en repasar hasta el último detalle de la “Operación Bumerang”. La habíamos
bautizado de este modo, un poco en broma y un poco en serio, considerando que,
análogamente a aquellas armas australianas, los golpes de Bera y Birsa retornarían contra
quienes los lanzaron.
A las 19,00 horas ya cargábamos el equipo y nos aprontábamos para partir. A las 19,30
horas salimos de la casa, pues el crepúsculo muriente impediría que nadie se asombrara al
vernos vestir atuendos militares. Echados junto a los lapachos, los dogos eran la imagen de la
tranquilidad canina. Nosotros también conservábamos la calma. Y ya no pensábamos en
nada. Conocíamos todos los detalles de lo que debíamos hacer y nuestra única preocupación
era actuar cuanto antes.
Tío Kurt tomó las riendas de los perros daivas y los puso en alerta. Ambos se pararon
bruscamente y, moviéndose con prodigiosa sincronicidad, tensaron sus músculos y movieron
las cabezas hacia arriba, como husmeando en el aire un rastro inconcebible. Yo permanecía
atrás de tío Kurt; llevaba sobre la espalda, sujeta con cuerdas, la garrafa de ácido, y colgando
del hombro, lista para disparar, la implacable Itaka. Al fin, habíamos decidido vestirnos con el
uniforme de comando por ser invalorablemente más práctico para la acción, aunque luego
representaría un problema si fuésemos vistos por otras personas. Mas ¿qué importaba ese
riesgo frente a la posibilidad de suprimir a los asesinos orientales? Si la suerte de las armas
nos resultaba adversa, no habría retorno; y si triunfábamos, ya hallaríamos el modo de obtener
otras ropas. ¿O acaso los asesinos no iban también disfrazados, sin importarles un comino lo
que opinasen los testigos?
Tenía, pues, las dos manos libres, con el propósito de cumplir las instrucciones de tío Kurt:
–“Debes tomarte de mí cintura apenas comience a elevarme”. “Y cuando estemos en el
espacio, recuerda que habrás de concentrar tu atención todo el tiempo en mí: ni un
segundo te puedes distraer pues correrías el riesgo de separarte de mí y perderte en
alguno de los innumerables Mundos de Ilusión que atravesaremos”. “Una vez salidos
del contexto habitual de nuestra vida, el único modo de que ambos continuemos juntos,
coincidiendo en Tiempo y Espacio, es mantener entre nosotros un nexo volitivo: y eso
es lo que harás al mantenerme bajo contacto visual y táctil”.
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