Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 562
¨El Misterio de Belicena Villca¨
–Quizás para Ud. no sea importante, pero Yo antes de irme le hice un ofrecimiento –
recordó–. Y tengo presente todavía sus insólitas palabras, sugiriendo absurdamente que “los
asesinos no serían humanos”. “Si fuesen humanos, dijo, aceptaría mi ayuda”. ¡Ud. lo dijo!
– ¡Cálmese, Maidana, que no me voy a desdecir! En efecto, Yo lo creí así, aunque luego
he modificado mi opinión y ahora estoy prácticamente de acuerdo con Ud. en que los asesinos
serían seres humanos, perversos e infames seres humanos.
– ¡Bravo, Dr. Siegnagel! Me alegra que haya cambiado de opinión; ahora le resultará más
fácil admitir que Yo estaba en lo cierto. ¡Han surgido elementos nuevos en este caso, Dr.!
– ¿Qué elementos?
–Testigos, Dr. Siegnagel. Se presentaron dos testigos que vieron perfectamente a
los asesinos –informó con tono profesional–. En este momento están prestando declaración y
suministrando la descripción que permitirá reconstruir los rostros de los criminales: una vez
confeccionado el identikit, se repartirán miles de ellos en toda la Provincia, y el resto del país, y
se iniciará un operativo rastrillo para detectar sus movimientos.
Tío Kurt se había puesto lívido. Yo, por el contrario, evaluaba que aquellas noticias
beneficiaban a mis planes.
– ¿Quiénes son los testigos? –quise saber.
–Se lo diré con total reserva, pues el caso se halla bajo el secreto del sumario judicial.
Fueron dos porteros de la Empresa Tabacalera, que debían ingresar a las 0,00 Hrs., a 300
metros de aquí, y pasaron por adelante de la tranquera de entrada casi a esa hora. Como son
vecinos, siempre cubren el trayecto en compañía, cada uno con su bicicleta. Y como todas las
madrugadas, la de ayer también parecía tranquila: hasta que al llegar aquí vieron el
automóvil.
– ¡El automóvil! –gritamos a dúo, tío Kurt y Yo– ¿Qué automóvil?
–Ajajá –ironizó Maidana– ¿Va viendo cómo sus asesinos son bien humanos?: tanto que
hasta circulan en un enorme coche importado.
– ¿Podría darnos más detalles? –reclamé frenéticamente.
–Tenga paciencia, Dr. y le diré todo lo que sé, que no es mucho. A las 11,59, ó 0,00,
aproximadamente, los dos hombres comenzaron a rodar sus bicicletas frente a esta Finca.
Muy pronto notaron que más adelante circulaba lentamente un enorme coche negro; iba
despacio, como si estuviese buscando una casa determinada, y los ciclistas no se adelantaron
por pura curiosidad. Así, pues, siguieron en caravana hasta que, al llegar a la tranquera, el
automóvil viró y salió de la ruta, estacionándose en la entrada. Entonces pudieron ver bien a
sus ocupantes: eran dos hombres de “aspecto oriental”, vestidos impecablemente de traje
negro; incluso uno de ellos descendió para abrir la tranquera y fue claramente observado por
ambos.
Los testigos están retenidos desde ayer al mediodía, sólo que a Uds. nada les informaron
sobre la marcha de la pesquisa. Lo importante es que se les pasó por el monitor de la
computadora un programa etnográfico, y que los porteros identificaron al segundo personaje
como una especie de “turco” o persona oriunda de Medio Oriente. ¿Qué le dije Dr.? No estuve
muy desacertado cuando le sugerí que podrían ser miembros del Mossad.
No, Bera y Birsa no eran miembros del Mossad israelí, pero sin dudas podrían ser los
Jefes de ese siniestro “Servicio de Inteligencia”, o “Escuadrón de la Muerte” judío: estaban
sobradamente capacitados para ello. Eran, eso sí, oriundos de Medio Oriente, donde según
Belicena Villca fueron Reyes en tiempos remotos. No cabían, pues, dudas sobre la forma en
que los Sacerdotes Supremos de Melquisedec habían venido a Cerrillos: como “seres
humanos”, vistiendo indumentaria moderna, y conduciendo un lujoso automóvil. Al recibir estas
noticias, tío Kurt enmudeció completamente.
– ¿Qué marca era el coche? –pregunté.
–Ni modelo ni marca. Curiosamente, los testigos estuvieron de acuerdo al dar una
descripción detallada del automóvil, pero no consiguieron reconocer la marca; tampoco
notaron si tenía chapa patente. De sus declaraciones se deduce que se trataría de un coche
muy grande, un Cadillac o Lincoln, el que por no ser de tipo frecuente en nuestro país habría
dificultado la identificación.
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