Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 560
¨El Misterio de Belicena Villca¨
En este endemoniado asunto de Bera y Birsa, mi querido tío Kurt, me parece que se han
confundido los planos, que ya no sabemos cuál es el plano amenazado por los Inmortales.
Pero Yo te lo diré tío Kurt. Te lo diré tan claramente que ya no podrás repetir que estoy loco
sino que deberás aceptar que estoy demasiado cuerdo. Esto es: observemos primero el plano
de la Realidad del Espíritu: allí la verdad es el Origen, el Símbolo del Origen; por esa verdad,
por no poder resistir el peso de esa verdad, por negar o no soportar la presencia de esa
verdad, los Inmortales se ven obligados a manifestar una forma monádica arquetípica, como
la que tú viste en La Brea. La forma de mónada, la unidad de Luz, les permite existir
poderosamente fuera del plano de la Realidad Humana y evitar el enfrentamiento con la
verdad del Origen, con el Símbolo del Origen; y esa forma poderosa es, con seguridad, la más
peligrosa que uno pueda imaginarse; estoy de acuerdo en que tal peligro es también real.
Empero, vayamos ahora al plano de la Realidad Humana: allí la verdad es el Yo, es decir,
la manifestación psíquica y volitiva del Espíritu encadenado a la Materia. Y la mentira, la
Ilusión del Hombre, pero también su motor anímico, es el Dolor. El Dios Creador se nutre de
una fuerza que se llama dolor humano y el hombre produce dolor y sufrimiento para
alimentar al Creador del Gran Engaño. El hombre común produce poco dolor porque para
padecer la ilusión del dolor se requiere la nobleza herida del Espíritu. De aquí que Grandes
Hombres, Grandes Espíritus encarnados, sean capaces de generar Grandes dolores, Grandes
sufrimientos, Grandes aflicciones, Grandes angustias: el hambre de Dios, de Jehová-Dios,
exige el aporte de dolor de Grandes Hombres. Y esos hombres capaces del mayor
sufrimiento tienen que ser capaces también de ofrecer el mayor sacrificio: su dolor debe
ser sagrado para Dios, para Jehová-Dios. Para esto se requieren los representantes de
Jehová-Dios, los Sacerdotes de Jehová-Dios, Aquellos con el poder de consagrar el
Gran dolor, por ejemplo, Bera y Birsa Porque será, siempre, necesario que en el plano de
la Realidad Humana existan Sacerdotes de Dios que consagren el Gran Dolor del Gran
Hombre, a la unidad de Dios, de Jehová-Dios. Sólo así será posible sacrificar al Gran Hombre
para que su Gran dolor consagrado nutra la unidad de El Uno, del Dios Creador Jehová-Dios.
En síntesis, tío Kurt, una cosa son los Inmortales enfrentados al plano de la Realidad del
Espíritu, donde no tienen más alternativa que manifestarse monádicamente, como unidad de
Luz, para evitar la verdad del Origen: tal como le ocurrió a Bera contigo, no tuvo otra
alternativa que vestirse con las Ropas de El Uno, es decir, con su Mónada de Luz. Me
objetarás diciendo que tal manifestación también ocurrió en el plano de la Realidad Humana,
pero te replicaré que tú eres un caso atípico, y lo sabes. Tú eres como un hombre
accidentado, al que una inusual herida deja expuesto uno de sus más íntimos huesos;
quienes lo contemplan quedan profundamente impresionados por percibir una realidad
íntima, que habitualmente escapa a toda consideración: de modo análogo, quienes han
contemplado el Signo del Origen que exhibes involuntariamente, han quedado
profundamente impresionados porque han presentido en el descubrimiento la
revelación de la otra Realidad, íntima y ajena En suma, tío Kurt, tu experiencia no tiene
valor general, es propia de alguien capaz de exhibir en el plano de la Realidad del Hombre
signos de ideas originadas en el Mundo del Espíritu, propia de un Shivatulku, quizás.
Pero en el campo de los seres humanos corrientes, como los miembros no Iniciados de la
Casa de Tharsis, como Mamá y Katalina y Yo, las cosas ocurren de acuerdo a la ley antes
citada: el dolor debe ser consagrado y sacrificado a Jehová-Dios; y para eso hacen falta
Sacerdotes de carne y hueso. De allí que en toda su carta, Belicena Villca siempre describa
a los Inmortales como Diabólicos Sacerdotes ¿Me has comprendido tío Kurt?: ¡para el
Sacrificio del Dolor hay que oficiar el Ritual de la Muerte; y, para oficiar el Ritual de la
Muerte, hacen falta Sacerdotes sacrificadores!
– ¿A dónde quieres llegar? O, mejor dicho ¿a dónde crees que tus argumentos me harán
llegar? –preguntó tío Kurt, sospechando que mi intención era hacerlo caer en una trampa
dialéctica.
–Muy sencillo: mi conclusión es, y creo haberla demostrado, que para efectuar
asesinatos Rituales como los que ejecutaron ayer, los Inmortales deben presentarse con
forma sacerdotal humana . En una palabra, opino que el Comisario Maidana está en lo cierto:
los asesinos de mis padres eran seres humanos, Sacerdotes del Crimen que deben utilizar
puñal y fuerza física para reducir a sus víctimas.
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