Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 539

¨El Misterio de Belicena Villca¨ Prefiero mil veces morir antes que sobrevivir en un Mundo dominado por los judíos. No es falta de valor, no es deslealtad, es asco, Camarada Tarstein, simple repugnancia y horror a vivir en un Mundo sin Honor, donde no flameen en ninguna parte nuestros estandartes: desde la infancia en Egipto, cuando me incorporé a la Juventud Hitleriana, he respirado sin cesar la Mística del Nacionalsocialismo; ¡nadie nos preparó para esto! No, Camarada, no fuimos hechos para ser derrotados por las fuerzas infernales y sobrevivir bajo su imperio. Hace un momento, abrigaba la esperanza que se me permitiese ser evacuado al Refugio del Führer- Tulku, como Ud. le llama; pero ahora Ud. me deja helado con sus órdenes de ocultarme en la Argentina. He sido oficial , he sido Iniciado, he desarrollado facultades asombrosas, pero ahora veo que sólo he sido un instrumento del Destino, un juguete de los Dioses. ¿Y sabe por qué me siento así? Porque, a pesar de todo lo que he sido y he hecho, la verdad es que Yo no comprendo nada, del mismo modo que no puedo ver el Signo que soy Yo Mismo y que Uds. tanto admiran. Y menos comprendo esta condena a sobrevivir a la destrucción del Tercer Reich. ¡Se lo suplico, Camarada Tarstein, si no es posible que parta con Uds. junto al Führer, pídame la muerte, concédame la autorización para morir con Honor, o hágame matar! –Vea Kurt, se pone Ud. difícil y deberé interrumpir la exposición de sus órdenes para aclararle algunos puntos. Primero, y principal, ya le advertí que, desde ahora, los partidarios de la Sabiduría Hiperbórea deberán definir a cuál realidad se refieren si a la realidad del Führer muerto o a la realidad del Führer vivo. Y le anticipé que los que elijan vivir en la primera realidad serían considerados traidores por la Orden Negra. Ud., mi estimado Kurt, al plantearme el caso de la supervivencia en un Mundo donde el Tercer Reich ha sido derrotado, está participando de la primera realidad. Por supuesto, no voy a hacer de esto un silogismo y a concluir que Ud. es un traidor porque sé que no lo es. Solo que, en efecto, “no comprende la situación”, acusación que, según me ha dicho, ya le han hecho otras personas. Pues Yo le aclararé la situación de tal modo que no le queden dudas: Ud. no se va a quedar en el Mundo que imagina como un condenado, sino que va a actuar como agente secreto de la Orden Negra en un Mundo efectivamente judaico; y va a actuar como representante del Führer vivo, como su quinta columna, como un Iniciado infiltrado en territorio enemigo, nada diferente a las misiones que ha cumplido hasta ahora. Hágame caso, Kurt, Lupus, ¡no crea en la caída del bunker y el suicidio del Führer! Es la única manera en que podrá cumplir sus órdenes. Segundo, y debe creerme, nosotros lo llevaríamos de buen grado al Refugio del Führer pero los Siddhas afirman que Ud. debe cumplir esta última misión. Como le dije hace años, Ud. no sólo es importante: es un soporte de primer grado para la Estrategia del Führer. Y la Estrategia no puede permitirse el prescindir de Ud. en el lugar en que tiene que estar sólo porque padezca de náusea y judeofobia. Lo que le pedimos no es imposible para Ud. y sé que cumplirá: Ellos lo necesitan aquí. Y los Dioses Leales son quienes deciden quién va y quién no va al Refugio del Führer: tal selección escapa totalmente a la voluntad de los Iniciados de la Orden Negra. Tercero, Ud. ha presumido erróneamente que Yo también partiré al Refugio del Führer pero debo repetirle lo que le dije al comienzo: “no volveremos a vernos en esta vida”. Eso no significa que Yo esté autorizado para irme de aquí: como Ud., mis órdenes aseguran que debo quedarme en este Mundo, en esta casa de Berlín oriental que jamás será hallada por los rusos, ni así rastrillen todas las casas de la manzana. Sin embargo Ud. no debe venir a verme, ni debe ver a nadie más de la Waffen salvo a su entrañable Camarada Oskar Feil. Sobre Karl Von Grossen ya le diré cuáles son las órdenes. Eso es todo ¿Me ha comprendido Kurt? en caso afirmativo proseguiré exponiéndole sus órdenes. –Supongamos que pasen los años, y nada ocurra, y Yo desobedezca y decida venir a verle –interrumpí. – ¡No comprende Kurt! ¡No hallará jamás esta casa! Haga la prueba cuando salga, aléjese unas cuadras en cualquier dirección, dé vuelta a la manzana, haga lo que quiera y regrese luego a la Gregorstrasse y trate de hallar el 239: comprobará que no existe, encontrará otra casa diferente, tal vez bombardeada. Si ha podido llegar hasta aquí es porque Yo le esperaba, pero cuando su Presencia no sea necesaria para la Estrategia jamás coincidirá conmigo y esta casa: tal es el poder de la locación absoluta que poseen los seres consagrados a la Estrategia Hiperbórea; sólo coinciden en el espacio y el tiempo los 539