Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 540
¨El Misterio de Belicena Villca¨
seres cuya coincidencia es estratégicamente significativa; y esa es la realidad de los
seres que existen; y los demás seres creados, aunque estén relacionados entre sí en el
espacio y el tiempo, si no son estratégicamente significativos no existen para el
Espíritu, son Maya, Ilusión . Ud. como Iniciado debería saberlo. ¿Acaso se ha olvidado de
que ésta es la Guerra entre el Espíritu y las Potencias de la Materia?
Pero Yo no atendía razones. Desde luego que comprendía que un Pontífice Hiperbóreo
como Tarstein tenía el poder de situarse en otras dimensiones de la ilusoria realidad de Maya,
incluyendo la casa de la Thulegesellschaft, y que Yo jamás lo encontraría si él no quería que
ello sucediera. Pero insistí una vez más.
– ¿Y si empleo los perros daivas? ¿Si lo rastreo a través de las dimensiones y me
aproximo a Ud., aunque no sea en la Gregorstrasse 239?
Tarstein se echó a reír.
–Realmente es obstinado, Kurt. Si emplea los perros daivas sin dudas me encontrará.
Igualmente, si los hace volar hacia el Refugio del Führer, con seguridad lo llevarán hasta allí.
Pero no quiero exagerar cómo tomará cualquiera de nosotros una actitud semejante de su
parte. ¡Acéptelo de una vez por todas! ¡Es Ud. un militar y seguirá siéndolo en adelante, nadie
lo licenciará de la ! ¡Y como militar debe obedecer órdenes, órdenes que Yo le transmitiré
ahora y Ud. cumplirá escrupulosamente! ¡Ordenes que si no cumple serán causales de
sumario o Tribunal del Honor! Si Ud. se aparece por mi lado, o se dirige al Refugio del Führer,
se haría pasible de la pena de ejecución sumarísima, pero, lo que es peor que la muerte para
un Iniciado, sería expulsado de la Orden Negra
Sé que es duro lo que le digo, pero debe aceptarlo y comportarse como un militar, como
un Guerrero Sabio. Antes se quejaba de que el Tercer Reich no lo instruyó para vivir bajo la
Sinarquía Universal. Es cierto. Pero si en algo lo hemos esclarecido es en la diferencia entre el
Corazón y la Mente egoica, vale decir, entre la razón del Corazón y la razón del Yo; entre las
emociones o sentimientos del Corazón y las ideas puras del Yo espiritual. Y en la Ética
noológica de la Sabiduría Hiperbórea le hemos demostrado la superioridad espiritual del Yo
por arriba del Corazón, le hemos enseñado a dominar con el Yo al Corazón, lo despojamos de
sentimientos y le forjamos un nuevo Corazón de acero.
¡Le pusimos una Piedra en el Corazón, Kurt! Y a cambio de la razón del Corazón, que es
débil y encantadora, lo hicimos acceder al Honor Absoluto del Espíritu, fundamento de la
Camaradería. Le recuerdo estos principios eticonoológicos porque, y discúlpeme la franqueza,
su actitud me resulta pusilánime, producto de una miserable conexión afectiva, de un miedo a
prescindir de las ilusorias relaciones entre Iniciados Hiperbóreos, de una falta de fe en Sí
Mismo. La verdad, la dura verdad Kurt, es que nosotros no somos amigos ni nunca lo
seremos; somos, eso sí, Camaradas, partidarios de los ideales místicos de la Estrategia
del Führer. Y si no somos amigos, y las órdenes estratégicas exigen que no nos veamos
más en esta vida ¿me puede decir por qué motivo espiritual querría Ud. reunirse
conmigo fuera del kairos?
Me quedé mudo. Ya no respondería a esta pregunta sin respuesta porque me acordaba de
mi actitud en la Operación Clave Primera, cuando guiado por los perros daivas me convertí en
Líder Carismático, en Héroe, y conduje a los Camaradas al Infierno del Valle de los Demonios
Inmortales. Qué diferente moral la de aquel momento y la presente. Claro que entonces no
había comenzado la guerra y el Tercer Reich parecía militarmente invencible. Me daba plena
cuenta que lo difícil de digerir, aun cuando uno comprendiera los motivos estratégicos del
Führer y los compartiera, era la destrucción del Tercer Reich y la probable constitución de la
Sinarquía Universal. No ocurría que mi Corazón se hubiese ablandado, sino que la guerra, el
resultado aparente de la guerra, me habían confundido. Y de esa confusión se formaba la
actitud nihilista que presentaba ante las órdenes de Tarstein. Entonces lo entendía, la
Sabiduría de Tarstein me lo había hecho entender. Por eso su pregunta quedaría sin
respuesta. Pero no por eso cejaría en mi actitud negativa. Como te dije, Neffe, la realidad de
1945 era muy difícil de digerir, pese a que Tarstein me aconsejara no creer en ella.
Visto que no le replicaba, Konrad Tarstein prosiguió sin más con la exposición de las
órdenes.
–Bien, Kurt: continuaré con sus órdenes. Lo primero que hará, al irse de aquí, será volver
a Italia, al Monasterio de nuestros Camaradas franciscanos donde se han ocultado Von
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