Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 537
¨El Misterio de Belicena Villca¨
mencionara Yo hace varios años, con motivo del vuelo de Rudolph Hess a Inglaterra. Cuando
Federico II “partió”, después de 1250, y especialmente durante el Interregno, cientos de
trovadores y juglares cantaban coplas en las que se narraba el viaje del Emperador al Reino
del Preste Juan, y se vertían lágrimas y lamentos porque ambos Reyes no se hubiesen al fin
“encontrado”, hecho que traería aparejado el Nuevo Orden del Imperio Universal: “no obstante,
se aseguraba en las trovas, algún día Federico II, portando su Piedra de Venus, lapis exilis,
se reuniría con Gengis Khan para fundar el Imperio Universal”.
Para terminar, quiero recordarle que la mentada alianza entre el Imperio romano-
germánico y el Imperio Mongol era un secreto a voces en el siglo XIII, aunque más tarde el
oscurantismo sinárquico ocultó la verdad de los hechos. Pero basta remitirse a las pruebas
para conocer esa verdad: no bien en Occidente se conoció la defunción de Gengis Khan, y la
posición de su sucesor, Oegodeï, no se pensó en otra cosa que en gestar otra alianza,
favorable esta vez a los planes sinárquicos. Detrás de esto estaba, por supuesto, la
Fraternidad Blanca. En 1245 el Papa Inocencio IV, que se había refugiado en Lyon, la Ciudad
de los Druidas, huyendo de Federico II, proclamó un Concilio General con objeto de
excomulgarlo y despojarlo de la investidura imperial: fue el famoso Concilio de Lyon, especie
de “Congreso de Basilea” de la época, es decir, semejante al que sostuvieron los Rabinos en
1897 y que mencionan los “Protocolos de los Sabios de Sión”, en el cual se discutió la manera
más rápida de acabar con la Casa de Suabia e implantar la Sinarquía Universal. Pues bien,
nadie asocia el hecho de que en aquel Concilio, convocado exclusivamente para tratar el tema
Federico II, el Papa Inocencio IV propuso enviar una embajada al Emperador mongol: del
Concilio de Lyon emanarían las directivas seguidas por el monje franciscano Juan de Plan-
Carpín y los frailes Benito de Polonia y Esteban de Hungría, quienes en 1246 llegarían a
Mongolia luego de atravesar Rusia. Y sí la contra-alianza sinárquica no se concretó entonces
fue porque Oegodeï había muerto y a Guyuk, su sucesor, no convencieron para nada las
cartas del Papa, de quien lo advirtiera su abuelo Gengis Khan.
Más adelante la Santa Sede enviaría a Fray Ascelín con idéntica misión de convencer a
los mongoles de las bondades de la Sinarquía y el mismo San Luis mandaría Caballeros a
Mongolia, pero sólo a solicitar ayuda contra los árabes: fueron representantes de San Luis,
entre otros, Andrés de Longjumeau y el fraile Guillermo de Rubrouck. Estos partieron en 1253
y llegaron hasta Karakorum por la Ruta del Mar Negro, pero también fracasaron porque
entonces reinaba Mongka Khan a quien Sartac, bisnieto de Gengis Khan y cristiano
nestoriano, había aconsejado en contra del Papa de Roma.
El Papa Nicolás IV, presionado por la Orden de Predicadores, envía a Bagdad al domínico
Ricold de Monte-Croix, el que establece un trato fructífero con los mongoles y consigue fundar
un Monasterio en Marghah. Como producto de esta embajada surge el viaje del Obispo turco
Raban Coma a París en representación del Rey mongol de Persia, Argún. Reinaba entonces
en Francia el nieto de San Luis, Felipe el Hermoso, acérrimo gibelino y partidario del Imperio
Universal, y por eso la alianza tiene esta vez posibilidades de prosperar. Sin embargo, pese a
mantener una conexión diplomática permanente con Mongolia, Felipe el Hermoso no llega a
concretar el proyecto debido a la caída de San Juan de Acre en 1291, a manos de los
mamelucos del Sultán Al-Achraf, que traería a Europa a los Templarios. Felipe el Hermoso
deseaba ser Emperador Universal como Federico II de Suabia, pero eso sólo sería posible si
antes terminaba con el poder de los Templarios y los Papas; los terribles enfrentamientos que
sostuvo con Bonifacio VIII y la complejísima tarea de desmontar la infraestructura de la Orden
del Temple lo mantendrían ocupado hasta su muerte. Quizás la oportunidad histórica de
Federico II aún estaba presente en tiempos de Felipe el Hermoso, pero éste careció de tiempo
material para consolidarse en Europa y unirse a las fuerzas espirituales de Asia.
En síntesis, Lupus, todo esto prueba que existía un gran movimiento esotérico entre
Europa y Mongolia-China mucho antes de la publicitada y folletinesca peripecia de los
comerciantes venecianos Polo en el siglo XIV: la de ellos sólo fue una lucrativa aventura
materialista, carente de todo contenido trascendente, y sin dudas debido a eso se la pone en
primer lugar. Se ha tratado por los habituales métodos oscurantistas de ignorar lo que no se
desea aceptar como real, de negar o no responder a la inquietante cuestión del poderío militar
de los mongoles: su superioridad táctica, al arrasar invariablemente a las formaciones
medievales, es innegable pero ha causado un trauma colectivo a los europeos. ¿De dónde
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