Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 535

¨El Misterio de Belicena Villca¨ horizontal perfectamente iluminado, y allí subieron a “un carro que viajaba velozmente sin ruedas ni caballos”, el cual los condujo en pocos minutos a la “Ciudad de Wo-Tang, El Señor de la Guerra”, en donde “a pesar de estar bajo tierra es posible ver el cielo y las estrellas”. En Agartha “el Señor de la Guerra en persona” recibió a Chiu Chuchi a quien, dijo, “estaba esperando para entregarle la fórmula mágica que da poder sobre los pueblos”. Dicha fórmula, explicó Wo-Tang, ya era conocida por Gengis Khan desde los días de su Iniciación Hiperbórea La novedad consistía ahora en que la fórmula “había sido dotada de una luz nueva, más intensa, con el fin de que pudiese ser leída aún en medio de las tinieblas más impenetrables”. En síntesis: Wo-Tang entregó a Chiu Chuchi una Piedra color verde, semejante al jade, en la que estaban talladas dos columnas paralelas de trece signos pues, explicó Wo-Tang, tanto la lengua Vigur, que hablaba Gengis Khan, como el idioma del Gran Rey del Oeste a quien estaba destinada la Piedra, provenían de una antigua lengua sagrada llamada “H”, es decir, 72 eta La piedra, consistía en el único “pactio verborum” ya que mediante la sola lectura por cada uno de los Reyes, el Mongol y el del Oeste, de la fórmula escrita, quedaría sellado un pacto metafísico que involucraba no el cuerpo ni los bienes materiales sino el Espíritu de los Pueblos y que comprometía en la contienda al Señor de la Guerra y a su ejército de Ángeles. Un pacto tal era con seguridad mil veces más poderoso y duradero que las débiles y dudosas alianzas de los hombres. Para custodiar la Piedra y asegurarse que la fórmula sería pronunciada con el Ritual adecuado, uno de aquellos extraños habitantes de Agartha, de rasgos mongólicos pero de piel rojiza, acompañaría a Chiu Chuchi hasta el campamento de Gengis Khan. En 1221, cuando Gengis Khan pronunció las trece palabras en el orden y momento debidos, su parte en la Estrategia Tyr quedó definitivamente completada; a partir de allí todo dependería de las Razas blancas del Oeste: si eran lo suficientemente puras no dudarían en seguir a un Emperador Universal de su linaje una vez que éste hubiese pronunciado las trece palabras, que también eran trece Runas. Desde un año atrás, en la época en que Chiu Chuchi regresara del desierto de Gobi, unos mensajeros del Khan habían partido hacia la lejana Sicilia para adelantar al Emperador alemán la futura llegada de un Iniciado, quien portaría un mensaje “de otro Mundo”. Y durante los siguientes años, entre 1222 y 1228, aquel enviado sería vanamente esperado en Occidente, cuestión que retrasó en más de una oportunidad la Cruzada que el Emperador alemán debía emprender a Tierra Santa y que motivó finalmente, su excomunión. ¿Qué había ocurrido con el mensajero y la Piedra? Durante cuatro años Federico II esperó infructuosamente su llegada pero al “tártaro” se lo había tragado la tierra. Los excelentes clarividentes bereberes que el Emperador mantenía en su corte de Palermo le anunciaron muchas veces que el enviado del Khan “había sido detenido en Tierra Santa”, pero Federico II se negaba a dar crédito a semejantes augurios, atribuyéndolos más bien a la antipatía que los francos despertaban en los sarracenos. Sin embargo, aprovechó su reciente viudez y en 1225 desposó a Isabel de Brienne, la hija de Juan de Brienne, Rey franco de Jerusalén. Isabel aportaba como dote el Reino de Jerusalén, pero a Federico II no le interesaba tanto esa corona como saber dónde estaba la Piedra de Gengis Khan. A través de su esposa pudo averiguarlo: sus tíos, Juan y Felipe de Ibelín, alentados por el legado papal, se habían apoderado del Mensajero y su Mensaje. Mas ya era tarde para la Estrategia Tyr: Federico II conoció la verdad recién en 1227, el año de la muerte de Gengis Khan, y luego de amenazar a Isabel con repudiarla. Dispuesto a hallar la Piedra partió hacia Tierra Santa no sin antes ser excomulgado por el Papa Gregorio IX. En ese mismo año murió de parto la infortunada Reina Isabel, dando a luz al futuro Rey Conrado IV, padre luego del desgraciado Conradino. Enterado que Juan de Ibelín se hallaba en Chipre, tomó esta isla por asalto con 800 Caballeros Teutónicos y se apoderó de sus hijos, Bailán y Balduino de Ibelín. Llegado hasta el campamento del Emperador para parlamentar, Federico II le solicitó la devolución de la Piedra y del Mensajero de Gengis Khan, a lo que respondió Juan de Ibelín que el mongol había muerto hacía años y que la Piedra la 72 Pactio verborum: fórmula convenida; términos del acuerdo. 535