Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 530

¨El Misterio de Belicena Villca¨ – ¿Sabe qué es esto? La prueba de que la Humanidad cuenta con una oportunidad, el testimonio concreto de que los Dioses del Espíritu se avinieron a tratar con los Grandes Iniciados que intentaban hacer realidad el Imperio Universal. Si ellos hubiesen triunfado en el siglo XIII, la Historia de la Humanidad sería muy distinta y el Enemigo no habría tenido posibilidad de constituir la Sinarquía Universal en el siglo XIV: por ejemplo, no habría sido necesario que Felipe el Hermoso disolviese a los Templarios entre 1307 y 1314 pues Federico II los tendría que haber liquidado, de buen gusto, en 1227. ¿Y sabe por qué ello no se realizó? Pues, porque esta Piedra que Ud. ha traído se extravió durante siete años claves, de 1221 a 1228. En verdad no se extravió sino que la extraviaron, a propósito del fracaso de los planes imperiales. ¡Ay, Lupus: si esta Piedra hubiese llegado a tiempo a manos del Emperador Federico II, quizás mi propia familia, la Casa de Tharsis, no habría sido exterminada en 1268! Yo, naturalmente Neffe, entendía muy poco de todo esto. Recién ahora, luego de leer la Carta de Belicena Villca, las palabras de Tarstein adquieren su verdadero y dramático significado. En aquel momento, Konrad Tarstein debió notar el desconcierto en mi rostro pues procuró aclarar con otras palabras el sentido de aquella increíble Reliquia. – ¿Recuerda la historia del Emperador Federico II Hohenstaufen? –preguntó enérgicamente. –Sí. Es decir: recuerdo algunos hechos salientes –respondí vacilante. –Pues bien. Este hecho es muy saliente. ¿Recuerda lo que sucedió con su voto de Cruzado? – ¡Oh, sí! –Afirmé, complacido de no ser totalmente ignorante–. Creo que Federico II fue coronado en Aquisgrán, en 1214, y allí hizo el voto fatal a Inocencio III de emprender una Cruzada a Tierra Santa; por diversos motivos, no cumplió esta promesa hasta 1228, lo que le costó innumerables complicaciones con los Papas, que derivaron en excomuniones y guerras. –Las fechas son correctas, Lupus. Lo que Ud. no conoce con exactitud, porque ha permanecido en secreto hasta ahora y sólo era del dominio de ciertas Sociedades Secretas, es el verdadero motivo por el cual Federico II retrasaba su viaje a Palestina. Y ese motivo es éste: la Piedra de Gengis Khan Federico II esperaba desde 1221 la llegada de un Iniciado mongol que sería portador de un pacto escrito entre el Emperador de Oriente y el Emperador de Occidente: tal Iniciado no llegó nunca a Sicilia y la razón fue que lo asesinaron en la Siria franca por orden de los Druidas católicos. Cuando Federico II se decidió al fin a viajar a Medio Oriente, lo hizo con el propósito de rescatar la Piedra de Gengis Khan, que estaba en poder del Señor de Beirut. Pero ya era tarde para consumar el pacto metafísico, para someter el Orden del Mundo al Imperio Universal: Gengis Khan había muerto en 1227 y sus sucesores, que no eran Iniciados, cayeron rápidamente en manos de los Sacerdotes de la Fraternidad Blanca. Vale la pena conocer la historia con todos sus detalles, porque ahora, 700 años después, ha vuelto a presentarse la posibilidad de erigir el Imperio Universal. Y como entonces, la verdadera lucha se da en el plano de los Grandes Iniciados y de las Altas Doctrinas: el Imperio Universal contra la Sinarquía Universal; la Sabiduría Hiperbórea contra la Cultura judaica; el pacto del Führer con los Dioses Leales de Agartha contra el pacto de un puñado de hombrecillos, Churchill, Roosevelt, Stalin, De Gaulle, etc., con los Dioses Traidores de Chang Shambalá. Las enormes matanzas de las masas combatientes impresionan pero carecen de importancia, siempre carecen de importancia, frente a la confrontación de los Iniciados y los Dioses. Esta Piedra, que Ud. ha hallado en el Castillo de Federico II, era el pacto de los Emperadores con los Dioses de Agartha que iba a posibilitar la realización del Imperio Universal en el siglo XIII. Federico II la hizo ocultar por Iniciados Hiperbóreos, expertos en la Construcción Lítica, con la consigna de que sólo fuese encontrada por el futuro Emperador Universal. Esta Piedra, como Ud. comprenderá, pertenece al Führer. –Entonces debí entregársela a él personalmente, cuando pasé por el bunker hace unas horas –reflexioné tontamente. – ¡No, Lupus! Esta Piedra será entregada al Führer en el Oasis Antártico donde ahora se encuentra. El Führer del bunker es posible que a estas horas haya muerto. –No comprendo –confesé, aun sabiendo que mis palabras irritarían a Konrad Tarstein. – ¡Pues debería comprender! –Reclamó con previsible enojo– ¡Al fin y al cabo Ud. también es un Tulku Los Tulkus, mi estimado Lupus, poseen varios cuerpos. Y nadie sabe ni cuántos 530