Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 524
¨El Misterio de Belicena Villca¨
protegía el Servicio Secreto del Almirante Canaris, la Abwehr, que estaba fuera de la
jurisdicción del S.D. exterior. Según los informes que disponía Walter Schellemberg, parecía
muy probable que también lo acompañasen sus cuatro secuaces, aunque uno de ellos “habría
perdido la vista en el Tíbet”, debido a que sus ojos estuvieron expuestos “a una intensa y
desconocida fuente de Luz”.
Como es natural, Yo propuse de inmediato una operación encubierta para ejecutarlo, tanto
a él como a sus cómplices, pero fui disuadido por Tarstein, quien sostenía que el traidor era
más valioso vivo que muerto: “estando vivo podrá comunicar a las fuerzas sinárquicas que con
el Tercer Reich tienen un sólo camino: la guerra”, nos explicaba Tarstein. La Fraternidad
Blanca apoyará una alianza contra Alemania pero sólo si luego de su total destrucción se
constituye en poco tiempo la Sinarquía Universal del Pueblo Elegido. Si este objetivo se
concreta, Alemania sin dudas será sacrificada, pero ese Gobierno Mundial significará el fin de
la Historia: Alemania renacerá una vez más, quizás no como Nación, pero sí su Espíritu, su
Führer, su Dios Wothan, será apoyada por los Dioses Leales al Espíritu del Hombre, y la
Batalla Final se librará sobre la Tierra.
Ernst Schaeffer volvió convertido en un Maestro de la Jerarquía Blanca, vale decir,
espiritualmente muerto. Su Iniciación en el Tíbet le valió el reconocimiento de numerosas
Sociedades Secretas sinárquicas, como por ejemplo la Masonería inglesa, que le concedió el
grado 33 y el cargo de Presidente del Gran Oriente del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. La
destrucción de la Operación Altwesten fue atribuida en los papeles a accidentes comunes en
este tipo de exploración y Schaeffer vivió tranquilo hasta después de la guerra: sus familiares
aún residen en la Argentina.
Esa libertad que disfrutó al amparo de los grupos de resistencia al Führer, le permitió, tal
como habíamos calculado en la Orden Negra, planear y lanzar multitud de atentados contra mi
persona. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos atentados se perpetraron contra el Führer, pero
los que Yo padecí en esos años no le fueron a la zaga: envenenamientos, bombas,
francotiradores, emboscadas, sabotajes en mi equipo y amenazas permanentes: o
abandonaba la , desertaba, me iba de Alemania para siempre, me alejaba definitivamente de
los lugares sagrados para los Sacerdotes, o no habría lugar en la Tierra donde me pudiese
ocultar de la inevitable venganza rabínica.
Desde luego, no cedí a las amenazas y cumplí mis órdenes hasta el fin, Neffe, aún
aquellas órdenes que no me agradaban, como la última, que me obligó a permanecer 35 años
en Santa María de Catamarca.
Capítulo XLI
No hablaré de las operaciones intermedias, pues ésta será mi última referencia a las intensas
empresas esotéricas de esos años. Sólo recordaré que en 1945 nos hallábamos trabajando en
el Sur de Italia, en la región de Apulia, donde se encuentra el Castillo Octogonal del
Emperador Federico II Hohenstaufen, que gobernó de 1215 a 1244 y de quien se ocupa
bastante Belicena Villca en su carta. Nuestra misión no tenía directa relación con la guerra,
pues poco era ya lo que se podía hacer para revertir una situación día a día más adversa. En
esos días, Alemania retrocedía en todos los frentes; pero en todos los frentes, por primera vez
en la Historia, se podía señalar al mismo enemigo judío: Capitalistas, Comunistas, Sionistas,
todas las Naciones aliadas, sin importar su ideología, mostraban los mismos rostros hebreos,
el verdadero perfil de la Sinarquía.
Y en medio de esa colosal debacle, mientras Alemania cedía ante fuerzas mil veces
superiores, fuerzas que se asomaban unidas bajo la máscara de Jehová Satanás, nosotros no
trabajamos ya para Alemania, para cerrar las Puertas de los Demonios enemigos de Alemania,
sino para la , para el Futuro de la . ¿En qué consistía nuestra misión, en el Sur de Italia?
En algo insólito: debíamos buscar la Piedra de Gengis Khan.
Sí; no se trata de un delirio. Konrad Tarstein disponía de información específica y antigua
que aseguraba que en 1221 Gengis Khan envió a Federico II, a su corte de Sicilia, una Piedra
proveniente de Agartha, en la que se hallaba grabado un pacto tripartito para instaurar el
Imperio Universal; las tres partes serían: Gengis Khan, Emperador del Asia; Federico II,
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