Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 523
¨El Misterio de Belicena Villca¨
de 1919. Informó que durante aquel período camiones cargados de cuerpos mutilados eran
conducidos en Budapest a los puentes sobre el Danubio y su carga arrojada al río; que a los
sacerdotes se les habían clavado sus bonetes en la cabeza con clavos de acero, se les habían
arrancado las uñas y vaciado los ojos, y el chiste del momento era que porque tenían que ir al
otro mundo con los ojos abiertos. Todos los responsables, con Bela Kun al frente, habían sido
judíos. La Prensa mundial había sido silenciada o estaba en manos hebreas. Sin embargo,
cuando tras el derrumbamiento del gobierno bolchevique, fueron juzgados algunos de los
culpables, la misma Prensa mundial puso el grito en el cielo por el terror blanco en Hungría.
Siempre ha ocurrido lo mismo, concluía Prohaska, cuando un pueblo ha tenido que luchar
contra los judíos.”
“Yo no podía prever entonces que los judíos, para conseguir material de propaganda
contra Alemania, llegarían mediante el uso de la substancia química secreta, a inducir a los
guardianes de los campos de concentración alemanes a tratar a los internados como lo
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hacía la G.P.V. : todo acto criminal de esa naturaleza debe achacarse al uso de las drogas
secretas que los judíos emplearon dentro mismo de Alemania. Al preguntarme por las razones
de los crímenes perpetrados contra mí, sospecho lo siguiente: Primero, el Gobierno británico
había sido hipnotizado para que tratara de convertirme en un lunático, a fin de que pudiera
presentárseme como tal si era necesario, si llegaba a reprochárseles el no haber aceptado mi
intento de un entendimiento con el que Inglaterra hubiera podido ahorrarse muchos sacrificios.
Segundo, la inclinación general de los judíos o los no judíos a quienes habían inducido a
maltratarme y vengarse de mí por el hecho de que la Alemania nacionalsocialista se hubiera
defendido de los judíos. Tercero, venganza contra mí porque había intentado poner fin
demasiado pronto a la guerra que con tantos trabajos habían iniciado los judíos, con lo que se
habrían visto impedidos de alcanzar sus objetivos bélicos. Cuarto, debía impedirse que Yo
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hiciera públicas las revelaciones contenidas en este informe.”
En estas declaraciones de Rudolph Hess puede estar la verdad secreta sobre el famoso
“Holocausto de 6.000.000 de judíos”. Resulta notable, en efecto, que los miembros del Pueblo
Elegido hayan sido víctimas de un genocidio típicamente judío, un modo de exterminio que, tal
como Belicena Villca demuestra en su Carta, es el que los Rabinos vienen reclamando desde
hace milenios para aplicar a los “Gentiles” o “Goim”. Pero Rudolph Hess expuso
acertadamente “que era típico de los judíos afirmar que sus enemigos hacían lo que hacían
por ellos mismos, sin que los judíos les diesen motivo, y cargarles a sus enemigos los
crímenes que en realidad ellos acostumbraban a cometer”. Esta actitud de los judíos es
frecuente, está confirmada con cientos de pruebas históricas, y explica la increíble acusación
de que la habría practicado sobre ellos un mini Holocausto de Fuego, proyectando sobre los
campos de concentración la imagen de la Muerte Final con que ellos mismos sueñan destruir a
la Humanidad espiritual, es decir, no judía. En síntesis, Neffe Arturo, sólo una mentalidad
típicamente judaica podía haber concebido un modo de exterminio semejante, que jamás pasó
por la imaginación de Heinrich Himmler ni, desde luego, del Führer. Y en cuanto a los
alemanes que supuestamente “confesaron” haber perpetrado esos crímenes, además de que
existen muchas explicaciones obvias sobre el por qué alguien declararía contra sí mismo o
contra su patria, es claro que la real causa hay que buscarla en las drogas secretas que
conocen los Druidas, cuya principal guarida la constituye desde hace milenios justamente
Inglaterra. El mismo Rudolph Hess lo expuso en 1945, como has visto, al afirmar que no sólo
los testigos habrían sido drogados e hipnotizados para declarar contra sí mismo sino que, en
caso de que algún crimen pudiese verdaderamente haberse cometido en los K.Z. alemanes,
ello debía achacarse a la introducción de drogas antes de la caída del Tercer Reich, con objeto
de perturbar a los guardias para obtener ulteriores réditos propagandísticos.
En fin, si a Rudolph Hess no lo volví a ver más después de mi regreso a Elbruz-
Rastenburg, en cambio tuve noticias del maldito Ernst Schaeffer: había retornado
silenciosamente, tal como lo previera Tarstein, y se encontraba en la Francia ocupada. Lo
66 Policía Secreta soviética, cuyos jefes son invariablemente judíos de crueldad sin par.
67 Fragmentos del Informe de Rudolph Hess, leído por éste durante el juicio de Núremberg, en 1946.
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