Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 502
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Si quisierais, os podrían sacar de China por Hong Kong, mas si insistís en tratar con los
japoneses podéis ir igualmente a Shanghái.
Antes de salir, el Shivagurú de Sining nos hizo una notable reflexión:
–Vosotros, los alemanes, os equivocáis al confiar en los japoneses: ¡ellos, tarde o
temprano, os traicionarán! Nosotros los conocemos desde hace milenios y por eso podemos
hablar con fundamento: en el fondo son miserables budistas, aunque hagan gala de su
tradición samurai. Alguna vez fueron valientes guerreros, es cierto, pero de eso queda sólo el
recuerdo; y de recuerdos viven los lisiados y los ancianos. Ellos han sido trabajados por los
Sacerdotes budistas de la Fraternidad Blanca, han sido “moralizados”, es decir,
ablandados, debilitados, amansados, pacificados. Hoy, bajo la aparente austeridad palpita
el Dragón de la Envidia por el lujo y la Cultura occidental; bajo el disfraz de la humildad jadea
el burgués deseoso de todos los placeres; bajo la máscara del guerrero consagrado a las
penurias de la lucha, está el rostro pusilánime del que ama las comodidades de la paz; bajo el
declamado honor se oculta la traición. Recordad mis palabras, Shivatulku, y repetidlas a
vuestro Führer si podéis. ¡Vuestro aliado natural no es el Japón sino China: por aquí pasa
el tao!
¡Ay, Neffe Arturo, cuánta razón tenía aquel monje kâulika en 1938! Tal como el Führer me
explicara aquella noche de la graduación, en la Cancillería, y tal como era de público
conocimiento, él fue el primero que desnudó la armadura interna de la Sinarquía y expuso su
médula judaica. En el centro estaba el sionismo, sostenido esotéricamente por los Sabios de
Sión del Gran Sanhedrín; para dominar al Mundo, la Sinarquía disponía de dos alas tácticas,
una derecha o judeoliberal, y otra izquierda o judeomarxista; el ala derecha estaba apoyada
esotéricamente por la masonería y cientos de sectas afines; el marxismo contaba directamente
con el control de los miembros del Pueblo Elegido, así que su fundamento esotérico sería
simplemente rabínico. Según el Führer, el hombre políticamente más esclarecido de la
historia, así funcionaba orgánicamente la Gran Conspiración Judía o Sinarquía Universal.
Pero, una cosa era afirmarlo y otra demostrarlo. ¿Cómo conseguir que el enemigo, un
enemigo lo suficientemente capaz de desarrollar una Estrategia durante siglos e involucrar en
ella a pueblos, países y naciones, se desenmascare? ¿Cómo lograr que el Enemigo abandone
toda cautela y deje al descubierto su tenebrosa alianza? ¿Cómo provocarlo para que se delate
de ese modo?
El Führer halló la solución. “Si hay algo que jamás permitirán los Sabios de Sión, ni la
Sinarquía, ni la Fraternidad Blanca, ni el mismísimo Creador, Jehová-Satanás, será que
perezca el comunismo”, fue más o menos el genial razonamiento. En efecto, el comunismo,
la más pura expresión política de la mentalidad judía, no podía perderse: semejante
posibilidad, para la Sinarquía, era naturalmente inconcebible. Y desde tal punto de vista
político “el comunismo”, ergo, era la Unión Soviética. En síntesis, un golpe táctico contra el
comunismo soviético obligaría a todos los Estados partícipes de la Sinarquía a correr en
auxilio de su aliado. Atacar a la Unión Soviética era, así, un objetivo estratégico de primer
orden contra la Sinarquía Universal. El Führer lo sabía y obró conscientemente, previendo que
la Guerra Total del Tercer Reich contra la Sinarquía sería una Guerra de Principios Supremos:
el Espíritu Eterno contra las Potencias de la Materia. Durante la guerra anticipó lo que iba a
venir, con su precisión habitual: “si ganamos la guerra, el poder judío mundial habrá
desaparecido para siempre; si perdemos, su triunfo será de corta duración, pues su
organización quedará definitivamente expuesta”.
¿Y qué hicieron los “Camaradas” japoneses para favorecer la Estrategia del Führer?
Recordemos. Alemania invade a la Unión Soviética el 22 de Junio de 1941. Cualquiera
pensaría que con un “aliado” como Japón ocupando China desde 1937, la Unión Soviética se
vería entre dos fuegos. Pues quien tal pensara, se equivocaría por mucho, pues el 13 de Abril
de 1941, “casualmente” dos meses antes de la Operación Barbarroja, Japón firmaba el “Pacto
de neutralidad japonés-ruso soviético” que implicaba la desmilitarización de Manchuria y
Mongolia. Es claro, Neffe, que si Japón hubiese compartido realmente nuestra
weltanschauung habría atacado a la Unión Soviética simultáneamente con los alemanes: con
los ejércitos alemanes por el Oeste y las hordas japonesas por el Este el comunismo soviético
se habría asfixiado en una mortífera pinza nacionalsocialista.
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