Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 467

¨El Misterio de Belicena Villca¨ el sonido de las armas de fuego. Alentados por tal silencio, los lamas gritaban ahora oraciones y mantrams desde casi todas las ventanas. Una y dieciséis. La escuadra de Von Grossen surgió de improviso de las tinieblas de la Pagoda y marchó en orden cerrado de dos en fondo durante unos metros. Un instante después Kloster y Hans disparaban las dos primeras granadas incendiarias hacia dos ventanas del segundo piso: una impactó en el pecho del lama que vociferaba circunstancialmente su discurso y lo hizo desaparecer bajo una luz cegadora; otra penetró limpiamente por la abertura contigua y estalló en el interior del Gompa. Y a través de ambas ventanas, luego de apagarse el brillo de la explosión, se vio como las llamas lo abrasaban todo. Más los no se detenían a evaluar el efecto de su ataque. Tras las dos primeras, continuaron enviando granadas contra las ventanas a razón de diez por frente, hasta completar las cuarenta. Kloster corrió por la derecha, seguido de Von Grossen y dos kâulikas, deteniéndose a trechos para cargar la granada y disparar. Hans lo hizo por la izquierda, protegido por Heinz y tres kâulikas, tirando de manera semejante. Nadie había contado con la posibilidad que el Monasterio tuviese su propio cuerpo de guardia, la que pasó desapercibida para el observador gurka. Empero, aquélla era insignificante en número, aunque sus miembros poseían buen adiestramiento en el empleo del sable. Allí sufrieron la primera y única baja, cuando una sorpresiva cuchillada segó la vida de un lopa del grupo de Von Grossen. Los guardias, dos o tres por puerta, permanecían afuera y trataron, haciendo gala de cierto valor, de impedir que fuese atacado el Monasterio. Por supuesto, no tenían ni la destreza ni el conocimiento necesario para rivalizar con los kâulikas y, cuando no fueron eliminados por sus cimitarras, cayeron perforados por las implacables balas germanas. En contados segundos el Lamasterio fue, pues, igualmente pasto de las llamas. Como huéspedes involuntarios de un horno infernal, como si el Rayo de Indra hubiese efectivamente caído sobre el pacífico Ashram Jafran, la mayor parte de los hipócritas Santos lamas halló horrible muerte en esos primeros minutos del ataque. Una muerte que iba acompañada por un estremecedor concierto de aullidos de dolor. A los dos minutos, ambos pelotones se reunieron en la puerta posterior del Monasterio, la que miraba a la Isla Blanca y al Templo de Rigden Jyepo. Los relojes señalaban la una y dieciocho, y por la playa se aproximaba a paso lento un tercer grupo: ¡era la cuadrilla compuesta por el gurka, el lopa, Oskar Feil, y Yo! De pronto se abrió la puerta y algunos lamas pretendieron salir al exterior. Tosían y lloraban por el humo, y sus simples rostros asiáticos representaban la imagen del espanto: Von Grossen los ametralló sin piedad y bramó: – ¡A las otras puertas! En efecto, las restantes puertas se abrieron también pero fueron muy pocos los sobrevivientes que tuvimos que suprimir: el intenso calor, y el derrumbe de los pisos superiores, acabó con la mayor parte antes que pudiesen llegar a las salidas. Como los vigías, como la guarnición, la totalidad de los lamas del Bonete Kurkuma terminaron aniquilados a causa de nuestra superioridad en el arte de la guerra. Capítulo XXVII Una y veintiún minutos. Karl Von Grossen, Heinz, Kloster, Hans, Oskar y Yo, el conjunto de cinco lopas, y el gurka, salvamos los trescientos metros que nos separaban de la torre izquierda. Tuvimos que abrirnos paso sangrientamente entre el escaso gentío que aún corría caóticamente sin saber qué hacer, pero esa vía de escape planeada por Von Grossen demostró ser, sino la única posible, una de las pocas que quedaban. Otro curso de evasión, por ejemplo, podría haber considerado el medio acuático del lago; lo que no sería factible hacer era regresar por donde vinimos, es decir, por la avenida, ya que la misma se asemejaba ahora a un túnel de alta temperatura por efecto del incendio general; efecto anticipado por el previsor Von Grossen. 467