Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 460

¨El Misterio de Belicena Villca¨ efectuando un robo en un Templo, no el de Rigden Jyepo sino otro al que sería transportado el cadáver. No se equivocaba, pues al cabo de un rato salieron dos guardias cargando el cuerpo sin vida de Gangi, seguidos de los alemanes y los lamas: a la luz de la luna, pudo ver su cuello seccionado de oreja a oreja, debiendo apretar los dientes para evitar un grito de dolor. Se consoló pensando que su hermano poseía el Kula y que pronto danzaría junto a Shiva el baile de la inmortalidad. –“¡Kâly, Oh Kâly: –invocó mentalmente– comunícame tu Poder de Muerte, conviérteme en Shindje shed, el Señor de la Muerte, en Dordji Vigdje, el Señor del Terror, en Shiva Bhairava; concédeme, Oh Parvati, el Honor de vengar la sangre de mi hermano, tu fiel servidor; ayúdame a recuperar la dignidad de Kshatriya; transfórmame en Kâlybala, la Fuerza que destruya a los Enemigos de tu Sendero Kula; pon en mis manos a Trisula, el Tridente de Shiva, a Vajra, el Rayo de Indra, y a Gándiva, el Arco de Arjuna, con Isudhi, sus dos carcajes de flechas que jamás erran el blanco!” Mientras oraba de ese modo a la Diosa Negra, el gurka nadaba febrilmente para alejarse del maldito Ashram Jafran, consciente de que sería prontamente buscado como cómplice de su hermano y condenado a idéntica ejecución. Ya fuera de las murallas, trepó a un monte cercano desde donde contempló a la mañana siguiente la presurosa partida de la expedición. –“Los alemanes –pensó Bangi– integraban ahora un cortejo de Demonios”–. Junto a Schaeffer, en efecto, iban el Maestro Djual Khul y el Skushok del Gompa, una especie de Abad tibetano, además de cuatro lamas del Bonete Kurkuma. En ese momento, comprendió que tenía dos alternativas: o seguir a la distancia a la caravana, arriesgándose a morir de hambre y frío en contados días; o regresar al camino Chang-Lam y aguardar los anunciados refuerzos, arriesgándose entonces a perder el rastro de la expedición, puesto que el Cancel de Shambalá significaba la entrada en un sendero secreto, que cruzaba quizás dimensiones desconocidas del Espacio o se prolongaba en otros Mundos. No obstante, optó por esta última variante, habiendo transcurrido sólo tres días desde que se hallaba junto al puente del Hoang-Ho. Capítulo XXV Tal fue, más o menos, la historia que nos contó el gurka. Creo que a Von Grossen, igual que a sus espías en la expedición, le preocupaba más la Operación Altwesten que la vida de Oskar Feil. De acuerdo a sus órdenes, órdenes que estaban suscriptas por las más altas autoridades del Tercer Reich pero que Yo no ignoraba provenían de los “cerebros grises” del régimen, entre los que se contaba Konrad Tarstein, era prioridad absoluta “hacer contacto con la expedición de Schaeffer”, “lograr que Kurt Von Sübermann se incorporase a ella”. Es decir, que si hubiese sido por Von Grossen deberíamos haber abandonado a Oskar a su suerte y concentrarnos en seguir las huellas de Schaeffer: ésa era la mejor Estrategia para cumplir las órdenes. Pero a mí me importaba más la vida de Oskar Feil que las benditas órdenes y no me movería de allí hasta no haber conseguido su libertad. Paradójicamente, la “clave” de la Operación Clave Primera era Yo, mi colaboración voluntaria para desviar a la Operación Altwesten de sus objetivos ocultos. Y mi colaboración exigía, ahora, la liberación previa de Oskar Feil. Por lo tanto, haciendo gala de gran pragmatismo, Von Grossen aceptó los hechos sin discutir y se dispuso a planificar el rescate. Los cinco alemanes, los ocho monjes lopas, y el monje gurka, acampamos en una angosta cañada, alejada del camino principal pero situada a escasos cinco kilómetros del Ashram Jafran. Allí Von Grossen interrogó durante horas al gurka sobre los detalles de la plaza enemiga, elaborando finalmente un plan de operaciones en el que estuvimos todos de acuerdo. Básicamente, la Estrategia sería la siguiente: el rescate se efectuaría en medio de un ataque por sorpresa. De acuerdo a las tradiciones locales, lo primero que adoró el hombre en ese lugar fue el islote donde más tarde se levantó el Templo consagrado a Rigden Jyepo. Una leyenda popular aseguraba que en remotísimas Épocas, Jagannath, el Rey del Mundo, el Hogmin Dordji 460