Mi primera revista sterio de Belicena Villca editorial de la cas | Page 309
¨El Misterio de Belicena Villca¨
parados junto a ellas. Lito de Tharsis, siempre guiado por los Amautas, dejó atrás el Pucará de
Andalgalá y soportó con los suyos las heladas inclemencias de los Nevados del Aconquija: del
otro lado de esa sierra se abre el Valle de Thafy. Al aproximarse al Pucará, una mirada en
torno le bastó para confirmar que aquél era el lugar buscado, la imagen Lítica que la Piedra
de Venus le mostrase en la Caverna Secreta de Huelva. Claramente se divisaba la
fortaleza, de forma Vrúnica, y fuera de ella el crómlech, o castro, en cuyo interior se elevaba el
poderoso meñir de Tharsy; al fondo, el hilo de agua de un pequeño río regaba las estériles
piedras del Valle, procedente de un abra entre las montañas lejanas.
El Pucará del Tilcara, en la Provincia de Jujuy, Argentina.
Los recién llegados ocuparon la plaza y se abocaron a preparar una eventual Defensa
Mágica: proyectarían sobre la muralla de piedra el principio del Cerco y, sobre él,
plasmarían una de las Vrunas de Navután; obtendrían así la Muralla Estratégica,
invulnerable frente a la Estrategia espacial y temporal de los españoles dormidos; luego
realizarían la oposición estratégica contra la piedra referencial, contra el meñir de
Tharsy, y toda el área se tornaría culturalmente invisible: entonces nunca podrían ser
descubiertos por los hombres dormidos. ¿Cómo conseguir que tal protección fuese
permanente?: practicando la Agricultura Mágica, herencia de los Atlantes blancos, en el
área exterior de la Muralla Estratégica. Al germinar, crecer y madurar, las semillas cuya
información genética ha sido alterada por el poder trasmutador del Espíritu Increado, no
responden a su fin arquetípico, al modelo que se encuentra en el Cielo actual, sino a un
Paradigma propio de otro Cielo, a un molde de otro Mundo: y ese Cielo desconocido es
el que rige luego el Microclima de la Plaza Liberada, sosteniéndola fuera del alcance
visual o físico del Enemigo.
Tales precauciones no estaban de más pues, si bien Diego de Almagro no representó
peligro alguno, y obtuvo el triste fin que mencioné, ocho años más tarde se presentaría otro
Enemigo, quien venía con la intención manifiesta de localizar el refugio de los Señores de
Tharsis. En 1543, en efecto, el Gobernador del Perú, Cristóbal Vaca de Castro, sabedor de la
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